Las palabras coloreadas amplían informacion mediante un clic. No se permite hacer uso de fotos o texto sin permiso explícito. ©

jueves, 11 de junio de 2015

VICIA SATIVA

La vicia que no son habas contadas


Vicia sativa
Vicia sativa







La veza de cultivo (sativa) despliega en esta época, entre hojitas y zarcillos, sus flores rosadas, que son como mariposas con las alas extendidas. 
 ¡Cómo no pararse a mirarlas con detenimiento en las eras o en los bordes de los sembrados! Parecería que añoraran las épocas en que eran sembradas con profusión. 
Esta especie de papilionácea se llama zalkea en euskera, que con sus variantes regionales nos da idea de su difusión.


Vicia sativa















La veza, como otras vicia (las habas), se debió emplear en la alimentación humana en tiempos prehistóricos. Se han constatado rastros de veza en yacimientos neolíticos de culturas agrícolas en varios países mediterráneos y en yacimientos de Menga y Alicante. Pero, llegó Pitágoras y las expulsó de su dieta. Y con su autoridad, no hizo falta un tabú religioso para apartarla de nuestra mesa y que no fuera sino un simple pienso.



Vicia sativa

















Un simple pienso... del que no conviene abusar. Ahora sabemos que este género de plantas lleva entre sus componentes el glucósido vicina, que precisa de una enzima para hacerlo digerible. 
¡Ah! pero que no todo el mundo cuenta con ella, en cuyo caso se producirán las alteraciones graves del favismo, ya comprobadas desde antiguo en humanos





Vicia sativa










Con todo, se ha visto que además del valor forrajero, la veza tiene interés en el abonado natural de los campos, por fijar nitrógeno del aire a través de las raíces. La alternancia de cultivos hace que se reduzca la necesidad de abonado con productos que alteran la composición del terreno, añadiendo el nitrógeno necesario para el desarrollo vegetal.




Vicia sativa



















Se ha comprobado en numerosos estudios que la siembra de veza con gramíneas aumenta el rendimiento y prepara para nuevos cultivos de maíz, patatas o tomates. Ninguna de estas hortalizas conocía el romano Virgilio cuando redactó las Geórgicas y en donde proponía la rotación de cultivos con estas leguminosas para paliar el agotamiento de los terrenos, tras la siembra de trigo o lino













Lo beneficioso de la rotación de cultivos, 
¿no será una metáfora de otras necesarias rotaciones?


Vicia sativa

martes, 2 de junio de 2015

ALLIARIA PETIOLATA

Aromas antiguos a orillas del Aragón 

Alliaria petiolata

Alliaria petiolata



En los paseos hacia Sangüesa, frecuento un sendero sombreado, que corre próximo al Aragón y junto a las tapias de las huertas. Entre la tupida vegetación de ribera se ve discurrir el agua, pero es difícil acercarse a la orilla, ocupada por chopos,  hiedras y zarzas. En mayo, el sendero ha estado flanqueado por una larga fila de altas plantas con grandes hojas de borde serrado y que culminaban en un brillante ramillete de flores blancas: las alliarias.


Alliaria petiolata






Las alliarias son discretas en sus olores… mientras no las tocas. Al frotar las hojas, te acuerdas de que el olor a ajo está escrito en su nombre: allium = ajo. Así que es usual denominarla ajera o hierba del ajo y en euskera: baratxuri belarra, barakaiz bedarra, apo-baratxuri o sorgin-baratxuri (ajo de brujas). Esta variedad de nombres da idea de que en nuestro país ha sido planta bien conocida y utilizada en las cocinas.


Alliaria petiolata


Se considera a la alliaria como el condimento más antiguo del que se tiene noticia. Quizá, antes de la llegada del ajo a occidente, su sabor ya era conocido y las ajeras servían para aderezar cuencos de mejillones o filetes de ciervo en los lares daneses y alemanes, próximos al Báltico. A través los restos fosilizados de alliarias, encontrados en vasijas prehistóricas, se ha llegado a la conclusión de que, por ser una planta sin valor nutricional, debió de ser un condimento empleado como saborizante.


Alliaria petiolata






El sabor a ajo se aprecia en  plantas de varios géneros y ha sido objeto de estudios bioquímicos. Así se sabe que este olor se debe a la transformación de un glucósido sulfurado en alicina capaz de excitar las células linguales, y ya se sabe que el sulfuro huele a demonios. Es por esto que se estima que este olor es una defensa desarrollada por las plantas frente a los insectos y con efectos antibióticos en los humanos.
Alliaria petiolata






Este efecto repulsivo hace que en ocasiones algunos se lo tomen muy a pechos
Además, en ciertos lugares, como Connecticut o Washington en USA, es la misma alliaria la que no es bien recibida y la tienen por invasora. Ocurre que los componentes olorosos de la alliaria afectan a la composición vegetal del suelo, destruyendo las micorrizas, necesarias para el desarrollo de las plantas de la zona
Como no hay mal que por bien no venga, hay artistas que les han encontrado un papel a las invasoras y con ellas crean texturas y colores con los que singularizarse.





¿Serán las alliarias quienes me han dejado sin setas de chopo en los tocones del sendero?
  
Alliaria petiolata

martes, 14 de abril de 2015

CHELIDONIUM MAJUS

Ya han vuelto las oscuras golondrinas en los cables a parlotear  
y las brillantes celidonias, a lucirse en los ribazos
   
Chelidonium majus   
Chelidonium majus 



Era una soleada la mañana de la semana pasada, cuando andábamos paseando por el cantolagua del río Aragón, y en agradable charla por el paseo que lleva a las huertas de Sangüesa. Así íbamos, cuando Gurutz me hizo reparar en unas matas del borde del paseo.
- ¡Mira esas flores amarillas!
- ¡Ah, sí!, pero vete a ver qué planta es.
- ¡Sí, hombre! Es la iodo-belarra. ¡Mira! –cortó un tallo y me enseñó el corte del que salía un látex anaranjado-. ¡Ves! es yodo para las verrugas –y con su móvil sacó varias fotos, que luego me las pasó.  
Chelidonium majus







Ya en casa, comprobé con las Claves Ilustradas que Gurutz había reconocido bien la planta y que en euskera, antes de saber del yodo, la llamaban enara-belarra y, quizá antes aun, zaran-belarra (¿la hierba de las canastas?).
Fueron los griegos quienes la llamaron chelidonion, golondrinita; enara, en euskera (hierba-golondrina); en castellano: celidonia, golondrinera o cirigüeña. 
Hay quien explica este nombre por la vuelta de las golondrinas a estas latitudes en la época de la floración de la enara-belarra, pero esto se podría aplicar a la multitud de plantas que también florecen estos días. 
Chelidonium majus





Por otra parte, parece establecida de manera generalizada la relación de la celidonia con el yodo o, más bien, con la tintura de yodo que se comercializa con la marca registrada Betadine. Es de suponer que se debe al parecido de éste con color del látex de la celidonia y a la aplicación tópica de ambos para el tratamiento de alteraciones de la piel. 
Y sin embargo, la celidonia nada tiene que ver con el yodo; puesto que, entre los numerosos compuestos orgánicos o entre los metales aislados en su composición, no aparece ningún átomo de yodo, aunque sí mercurio o cromo, entre más de veinte.



Chelidonium majus


La celidonia, “la cirigüeña, que de todos los males es dueña”, ha tenido multitud de usos medicinales. Alguno, como aplicarla para sanar los ojos, ya fue tenido como falso por B.J. Feijoo; pero no obstante, hay quien hoy día sigue difundiendo su uso milagroso. Si tiene usos tan diferentes como son servir de callicida, de purgante, en oncología, contra la tos o el sida, no es de extrañar que tal diversidad fomente el temor a los remedios medicinales, que tanto te arreglan una víscera como te estropean otra. 

Chelidonium majus




Quizá parezca disparatada la multisecular sabiduría popular, pero por algo se ha debido de estimar eficaz su uso medicinal cuando es tan generalizado. Hoy día son múltiples los estudios de sus componentes (sólo los flavonoides son 18)  y de las aplicaciones contrastadas de cada uno de ellos, de las que se tienen verificaciones científicas (incluido el tratamiento del cáncer). Y así es como las referencias bibliográficas se multiplican y en una sola publicación de la universidad de Chandigarh (capital del norte de India diseñada por el suizo Le Corbusier) se hacen constar 89 trabajos de investigación relacionados con la celidonia en los últimos años. 





La celidonia ¡pobre!, que florece descuidada alrededor de las ciudades,
junto a los caminos y ¡entre las vías del tren!
    
Chelidonium majus

lunes, 23 de marzo de 2015

EROPHILA VERNA

Por las grietas de los adoquines se nos ha colado la primavera     

Erophila verna
Erophila verna





       Hace pocos años, en tiempos de empuje y abundancia, adoquinaron calles y plazas del pueblo con conglomerados de piedrilla: pasamos del empedrado de cascajo, secular y tortuoso, al enlosado de hormigón, cómodo y árido. Pareció que se acababa con las torceduras de tobillo, al tiempo que con la variada flora natural de las calles; pero no contábamos con que la vegetación se ha tragado civilizaciones tan florecientes como lo fueron la maya o inca. 
Erophila verna













     Sin llegar a tanto, veo que los intersticios de los adoquines se han rellenado de polvo, suficiente para soportar musgo en el que se sujetan las semillas de pequeñas plantas que aprovechan su humedad. Los biseles tienen poco más de un centímetro, pero suficiente para animar una variada vida vegetal y animal. En marzo ya tenemos en pleno desarrollo estas plantitas de cuatro pétalos blancos bífidos y pronta fructificación,  antes de que lleguen los calores de mayo.



Erophila verna





     Viendo la rápida transformación de la flor en fruto, me viene a la memoria la frase: “Vive rápido, muere joven y deja un bonito…” En este caso no un “bonito cadáver”, sino una abundante sementera: más de treinta semillitas por fruto y cada planta puede tener más de diez
Así la pervivencia  de la erofila está asegurada y la veremos florecer cada nuevo ciclo anual, sin preocuparse de los temores de algún que otro mirón ventanero.           

Erophila verna







    La Erophila verna, la primaveral aficionada a la primavera, que esta viene a ser la traducción del nombre botánico al castellano, funciona como el despertador natural de la vegetación: la primavera ha venido y la erofila ya sabe cómo ha sido. 
La vemos florida por todo el mundo templado, o no tanto, hasta en Laponia o Groenlandia. Se cuenta que en Suecia su floración servía para iniciar con tiempo propicio las labores de la siembra del centeno. 

Erophila verna






      Cuando el sábado me di una vuelta por los almendros de Aspra, también aparecía con profusión entre los pétalos que desprendía el viento y las gravas que afloran entre las antiguas viñas abandonadas. No he encontrado la razón por la que a esta plantatita la llamen con un nombre largo: “Pan y quesillo”. Quizá sea por lo contrario que a otra planta del inicio del otoño le llaman merendera. Seguro que serán alimento de los pajarillos que nos alegran la primavera.         






La luz prolongada de los días de marzo es la campanilla que llama a la vida de un nuevo ciclo floral
     
Erophila verna

sábado, 7 de marzo de 2015

LINUM SUFFRUTICOSUM

Linos, que no hacen hilos, con hilo del que tirar 

Linum suffruticosum
Linum suffruticosum
A media tarde del ocho de mayo pasado, J- salió de su casa en la Mediavilla con sombreo, bastón de monte, mochila y cámara de fotos; aún se notaba el calor del mediodía. Al llegar a la esquina del Chocolatero, se detuvo, miró al frente y se dijo: “Por qué no”.  Atravesó la carretera, siguió por el canto del sembrado, giró a la derecha para evitar las zarzas del fondo del barranco y encaró la fuerte pendiente de El Castellón, cuidando de no resbalar al pisar piedras sueltas. Antes de llegar a la zona de los tulipanes, le sorprendieron unas matas almohadilladas, unos sufrútices cubiertos de flores blancas con nerviaciones violetas.



Linum suffruticosum




Ya conocía estos linos por haberlos visto salteados por El Saso, pero a J- le llamó la atención la amplitud de las matas y el esplendor de la floración.  Se diría que sobre el cerro que domina el depósito de aguas estaba situado el vivero desde el que se diseminaban los linos sufruticosos, leñosillos, que se ven por sitios despejados del término e incluso, en el centro de caminos poco transitados. Esta primavera habían florecido con profusión, aprovechando las continuas lluvias, pero que luego soportarían la sequedad del verano, evitando la deshidratación gracias a la estrechez de sus hojas.

Linum suffruticosum




De vuelta en casa al anochecer, a J- le extrañaría enterarse de que, siendo un lino, no hubiera tenido interés utilitario ni para la elaboración de hilaturas ni de tientes. Pero a J- le bastaba pensar que estas matas de linos eran ornamento de rincones poco frecuentados por otros vecinos, pues los cazadores estaban silenciosos hacía tiempo, y como que fueran para su disfrute casi exclusivo. El casi se debía a que tenía que compartir el disfrute con insectos de diverso colorido y carácter. Generalmente J- cuidaba de no interrumpir las libaciones de estos visitantes voladores, no sólo por respeto a su función, sino por cuidar de su piel. 


Linum suffruticosum



Le ocurría que, mirando tras su cámara, J- se sentía como un voyeur, un intruso en la relación evolutiva entre plantas e insectos. ¡Y quién era él para molestarlos! Los linos necesitan de los insectos de manera imperiosa para fructificar porque no se autofecundan, no se gustan de sí mismos. Los linos son tan escrupulosos que han llegado a ser hetero… heteros, ¡heterostílicos¡ Cuando J- se enteró del detalle tuvo que revisar todas las fotos para apreciar que era cierto que, en algunos casos, las flores tenían ligeras diferencias; pequeñas, pero sensibles: en unas, el pistilo asomaba por encima de los estambres y en otras, no.


Linum suffruticosum



Sin embargo, como J- entendió luego, mirando a lo lejos tras la cristalera de la solana, estas flores delicadas, estos sufrútices almohadillados, escondían fuerzas superiores a la atómica: estos linos no habían sucumbido al desastre  de Chernóbil
Quizá, al atardecer se quedara transpuesto, porque también creyó ver que el enorme socavón de la cantera del pueblo se rellenaba y se rellenaba… hasta igualarse con la pendiente de la sierra, y se cubría de rocas y plantas, entre las que brillaban las almohadillas de los linos.


Y colorín colorado, el hilo se me ha terminado
   
Linum suffruticosum