Arbusto colorista, renombrado y viejo conocido
Cornus sanguinea |
Cornus sanguinea |
Ötzi, el gran Ötzi de los Alpes, no podía más; estaba
cansado, muy cansado... y malherido. Una flecha le había alcanzado por la espalda. Cayó
de bruces sobre la nieve, dejó de notar el intenso dolor y un largo y blanco sueño lo envolvió
suavemente. Nadie vino a buscarlo, nadie lo tocó y allí quedó tendido con su gorro de oso, el arco
de tejo y las flechas de cornejo (cornus).
Hace unos años, Helmut y Erika Simon
lo encontraron; bajaban del Finialspitze
fuera del camino habitual; el gran Ötzi llevaba allí caído más de cinco mil años.
Cornus sanguinea |
Por lo visto, pues, el cornejo es un arbusto que tiene madera suficientemente rígida como para que con ella Ötzi hiciera flechas y que resultaba fácil de trabajar con herramientas anteriores a la Edad del Hierro.
Ha tenido, además, usos menos belicosos: las ramas jóvenes aun flexibles se han
usado en la confección de cestos, que al secarse eran consistentes. Quizá ese
fue el origen de emplearse como trampas para peces desde la lejana época calcolítica.
De
otra parte, las ramas más gruesas y
endurecidas se han torneado y han
servido de mangos de herramientas diversas.
Cornus sanguinea |
Así mismo, por lo intrincado de su ramaje, se ha empleado para cercados con los que limitar prados y campos de cultivo. De este modo, su pervivencia se ha mantenido y su presencia está ampliamente generalizada ahora.
Tal
difusión se refleja en la variedad de denominaciones. En el reducido territorio
actual de habla vasca se han recogido hasta 26 vocablos, entre ellos:
barbandola, zibilindur o zuandurra .
En castellano, cornejo es el nombre más usual, entre incontables denominaciones
locales, derivada del latino, cornus, que da nombre a
esta familia y a este género de plantas.
Cornus sanguinea |
El carácter venenoso de las bayas negras del cornejo, que sin embargo ingieren variedad de aves, no ha desanimado su uso en medicina popular. La presencia de aucibina no las hace comestibles, pero suele usarse de forma tópica como cicatrizante y antiinflamatorio. Se cita también el uso antipirético para bajar la fiebre, pero se advierte que se puede salir volando como los pájaros, por los efectos vomitivos.
Más de fiar son las
investigaciones que analizan sus componentes, como son las antocianinas,
cuyo valor antioxidante en procesos bioquímicos, las hacen interesantes para algunos tratamientos.
Cornus sanguinea |
Otros estudios han comprobado que el color rojizo (sanguinea) de las ramas en otoño se debe a la aparición de una doble capa de células que les dan ese color peculiar y que les hace de interés en jardinería. Se cree que puede tener función de protección tras la caída de las hojas.
Ese detalle colorista no tiene su
congénere Cornus mas, que con un color anodino, sin embargo, ha entrado en la mitología
griega (con su madera se construyó el caballo de Troya) y romana (la jabalina que lanzó Rómulo para fijar el emplazamiento de Roma era de esa madera) ¡Toma ya!
Por los ribazos frescos y las escorrentías, recordamos historias,
historietas y mitologías
Cornus sanguinea |