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jueves, 2 de agosto de 2018

NIGELLA GALLICA

Abiertas al sol canicular como unas turistas más, pero en rastrojeras alejadas de las playas

Nigella gallica 
Nigella gallica 
Las cosechadoras, que han estado unos días animando el paisaje y obstruyendo los caminos, han dado paso a las empacadoras. Y con éstas, sobre los campos han aparecido prismas de paja que, en buena parte, irán a la vistosa Planta de Biomasa de Sangüesa para producción eléctrica. 
Por estos mismos campos, ahora rastrojeras, en los que a lo largo del año han dejado sus huellas tractores, cosechadoras y empacadoras, han empezado a florecer variedad de plantas en plena canícula veraniega, cual turistas que se tuestan al sol. Y entre ellas, sin que llegue a explicarme de dónde consiguen el agua que necesitan para su desarrollo, estas sorprendentes neguillas.
   
Nigella gallica 



Y digo sorprendentes, porque las flores me parecen que se salen del formato que imagino habitualmente en una flor: con su cáliz verde y su corola de otros colores. Estas neguillas, al contrario, tienen unos grandes sépalos que forman un cáliz abierto de color entre azul pálido y blanco y una doble corola de pétalos con aspecto de corona circular. Sobre este fondo se destacan multitud de estambres y cinco carpelos que, una vez fecundados y maduros, guardarán las semillas en bolsas abiertas para dejarlas caer fácilmente.









Nigella gallica 

Y así es cómo las semillas, que no hayan servido de alimento a insectos diversos, estarán hasta el otoñó a la espera de los tractores. Volverán entonces los brabanes a roturarán los campos, quedando las semillas de las neguillas debidamente enterradas y preparadas para una nueva floración en la siguiente temporada. 
No ha faltado quien ha  estudiado las condiciones de oscuridad y temperatura para la eficaz germinación de esta especie de neguillas y, una vez más, hay que reconocer que, como otras plantas, las neguillas se lo tienen bien montado.



Nigella gallica




Y han sido las semillas, por su color negro (o la falta de color, según se mire), quienes han dado pie al nombre de la planta. Niguella, en el latín tardío, era la manera de decir negrilla (escrito sin u) y que en algunos lugares de la península se dice neguilla, cambiando el orden de las vocales. 
Por aquí, que yo sepa, no tiene nombre, salvo que llamarla mala hierba lo sea y, una vez cosechado, ¡que me quiten lo bailao, que ya les pasaré la rastra!, deben de pensar cuando se las deja florecer en época estival. 





Nigella gallica

Estas neguillas tienen una distribución mundial reducida, limitándose a florecer al este de la península Ibérica y al norte de los Pirineos, como planta endémica de
esta zona
Sin embargo, el género Nigella se debió diferenciar en el Pleistoceno en la  zona del Egeo, encontrando esta especie refugio en nuestros sembrados. Como les ocurre a otras refugiadas últimamente, su presencia se ha visto amenazada por los tratamientos agrícolas intensivos, aunque ha vuelto a florecer donde en el país de los galos se daba por desaparecida.
No es este nuestro caso, donde su abundancia nos permite disfrutar cada año del exotismo de su forma.



Tan de nuestros campos y venidas del otro lado del Mediterráneo. ¡Quién lo diría!
   
Nigella gallica