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martes, 21 de mayo de 2024

HELIANTHEMUM OELANDICUM

 Unos soles floridos muy de por aquí con referencias suecas 

Helianthemum oelandicum        Mirasoles 
    
    Tenemos un mes de mayo fresquito y con lluvias frecuentes, que han venido a tiempo para verdecer los sembrados y presentar unas viñas des-pampanantes. Esto no ha impedido que también se cumpla lo de mayo florido y hermoso, con abundante floración por doquier. A esta cita anual no han faltado los mirasoles de la sierra, Helianthemum oelandicum, que están preparados para florecer también en épocas cálidas y en zonas pedregosas con escaso suelo húmedo.
 
Helianthemum oelandicum        Mirasoles
       Estos mirasoles (helios – anthemun), sol florido, me permiten ver en ellos el sol y quedar encantado con su resplandor sin deslumbrarme. Me ilusiona suponer que algo parecido le debió ocurrir al naturalista sueco Karl Linnaeus, cuando admiró estas jarillas amarillas en el alvar de la isla Öland en su visita del año 1742. Esta planta, escasa en Suecia, pero muy abundante en esa isla (unida hoy al continente mediante un puente de seis kilómetros), llevó a Linnaeus a especificarla con el nombre de la isla: Cistus oelandicum.

Helianthemum oelandicum        Mirasoles

    El alvar de la isla Öland, calificado por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad, es el mayor de Europa. Esta isla se elevó sobre el nivel del mar al término de la última glaciación, hace doce mil años, ósea, hace dos telediarios geológicos, como quien dice. Por ello, ha resultado un lugar ideal para estudiar la variación genética que se ha producido en los mirasoles, precisamente, en tan corto período de tiempo, y su reflejo en el aspecto peloso de la planta.

Helianthemum oelandicum        Mirasoles
    Para rematar, a la evolución geológica y genética hay que añadir la nominal. A los años, el suizo Pyrame de Candolle presentó una descripción detallada de estos mirasoles en su taxonomía botánica Flore Française (año 1805) con el nombre Helianthemum, pero conservando el nombre de la isla sueca para denominar la especie. Estudios posteriores han seguido con la distinción de géneros, especies y subespecies, hasta distinguir cinco de estas con el nombre específico oelandicum. Los que veo por aquí son canosos en el envés de las hojas; aunque debe de haberlos no tan canos. Habrá que verlos.
   
Helianthemum oelandicum        Mirasoles
    Esta variabilidad de especies se debe en buena parte a que las flores no se fecundan con el polen de sus mismos estambres. Como tienen el bendito capricho de fecundarse con polen de otros mirasoles necesitan el concurso de avispas (Ceramius tuberculifer). Éstas colaboran tan ricamente alimentándose del polen y sirviéndolo a sus larvas. Es otro caso de sabiduría colaborativa insectos-plantas, cuyo lenguaje para entenderse no conozco que se haya llegado a descifrar.
    
Helianthemum oelandicum        Mirasoles
    Y no podría faltar una mención a los valores medicinales de los mirasoles. El mismo Pyrame de Candolle, doctor en medicina con una tesis sobre los valores medicinales de las plantas, hoy se felicitaría al ver cómo la farmacopea actual sigue sus pasos y estudia los componentes bioquímicos de las plantas que él describió. Entre otros muchos, el estudio publicado por investigadores de la Universidad de Ankara menciona valores antioxidantes, antiinflamatorios y antiglucémicos, que son prometedores para el control de la diabetes. Ya me basta; que no es para mí el listado de estudios al pie del artículo.

Helianthemum oelandicum        Mirasoles
Las vueltas que da la vida... y las que podrá dar mirando al sol
     
Helianthemum oelandicum        Mirasoles

martes, 16 de abril de 2024

SONCHUS OLERACEUS

 
Cerraja     Sonchus oleraceus     Kardabera

Otra mala hierba, que solo tiene de mala figurar en el catálogo de malezas

 
Cerraja     Sonchus oleraceus     Kardabera

    Es lo que pasa con las malezas, que, de tan vistas, ni se les presta la mínima atención al pasar junto a ellas. Y así me ocurre con las cerrajas, las Sonchus oleraceus, que las veo por cunetas, huertas, cascajares o junto a tapias húmedas y no me detengo a tomarles nuevas fotos. Desde luego, que no hago como los insectos, que con gran asiduidad y variedad las visitan, o las gallinas que las picotean, ni mucho menos como los hortelanos que las detestan y las arrean con la azada, ignorando su histórico valor hortícola.


Cerraja     Sonchus oleraceus y Trichodes alvearius      Kardabera     
    No debió de ser así en la antigüedad. La cerraja ya era conocida en las cocinas griegas y romanas como una nutritiva verdura (oleraceus) y así lo recoge Plinio en su Historia naturalis (Lib. 22, 88). En tan alta consideración la tenían que el héroe Teseo se preparó para cumplir el séptimo de sus doce trabajos, capturar al toro de Creta, con una sustanciosa ración de cerrajas, preparadas por Hécale, la maternal anciana. El moderno Teseo, Popeye, se fortalecía, no con cerrajas, sino con espinacas, cuya fama nutritiva se debe a un error en una coma decimal. Este error multiplicó por diez la cantidad de hierro que posee la planta y, como otros de sus componentes inhiben la absorción del hierro, induce a tener anemia
¡Hay que ver lo consigue un comic!

Cerraja     Sonchus oleraceus     Kardabera
    Mientras tanto, alrededor del Mediterráneo se ha mantenido en la cocina y vemos que uno de los componentes del preboggion, plato de la Liguria italiana, es la cerraja. Por aquí, la sección de horticultura de la universidad de Alicante incluye a la cerraja entre las plantas que se consumen en la costa alicantina en ensaladas y como empanadillas, pastissets de brosses, además de en Chipre o Creta. Por mi parte, voy a esperar a que aparezcan a la venta en las verdulerías y, por el momento, dejaré para alimento de los seres que se mueven por el campo sin DNI.

Cerraja     Sonchus oleraceus     Kardabera
    Entre estos seres están varias especies de pulgones, mosquitas y trips, que despliegan ingeniosas formas de la lucha por la vida, sirviéndose unos de otros. Dejemos, pues, que el pulgón Uroleucon sonchi se alimente de cerrajas, porque bien alimentado sirve de nido y alimento a las larvas, entre otras, de la mosquita Aphidoletes aphidimyza y de crisopas. Si los pulgones se ven en el tallo, los trips, según las fases del desarrollo, se enconden entre las flores amarillas o en las hojas, pero terminan por alimentar a los orius, insectos hemípteros. 
Así es de sabrosa la vida, cuando se llama control biológico natural.

Cerraja     Sonchus oleraceus y Episyrphus balteatus     Kardabera
    Todos estos bichitos, por su tamaño, han quedado fuera de mi vista y del objetivo de mi cámara de fotos. Sin embargo, el coleóptero Trichodes alvearius y el díptero Episyrphus balteatus, sin saberlo, han posado para la posteridad, mostrando un aspecto parecido a punzantes avispas. La hembra de ese díptero va dejando entre las flores de las cerrajas huevos que al llegar a larva se zamparán los pulgones que tengan cerca. Todo este proceso de supervivencia, que se desarrolla sobre las cerrajas, hace que se deba considerar a estas malas hierbas como aliadas de los horticultores en el control de plagas, según explica Jairo en un detallado video; sino ¡de qué me iba a enterar de tantos nombres de insectos!

Cerraja     Sonchus oleraceus     Kardabera
    Si esto fuera poco, la consideración de la cerraja como planta medicinal es milenaria. Dioscórides, recogiendo los usos medicinales del siglo I la incluye en su tratado De materia medica. Este tratado fue el vademécum médico durante siglos. Con la imprenta se divulgó y, pronto, médicos como Andrés Laguna y Francisco Suárez Ribera hicieron ediciones con anotaciones propias sobre sus empleos curativos: bajar la temperatura, quebrar piedras renales, entre otros. La farmacopea actual tiene en cuenta los componentes bioquímicos y trata de determinar su aplicación en tratamientos citotóxicos, antiinflamatorios, ansiolíticos o anticancerígenos, como controladores de radicales libres del envejecimiento celular. 
Ante esto sólo digo amén y larga vida a la cerraja.

Cerraja     Sonchus oleraceus     Kardabera
Una vez más, las apariencias engañan y una maleza es algo más que una verdura

Cerraja     Sonchus oleraceus     Kardabera

lunes, 19 de febrero de 2024

SENECIO VULGARIS

Yerba cana           Zorna-belarra       Senecio vulgaris 

Una simpática y prolífica maleza florida y perseguida todo el año

 
Yerba cana           Zorna-belarra       Senecio vulgaris 
    Un nuevo ciclo vital se ha puesto en marcha anunciando una primavera temprana: la marmota Punxsutawney Phil de Pensilvania ya ha abandonado su madriguera, cientos de azafranes blancos de nuestra sarda están abiertos desde primeros de mes y hasta los agricultores se hacen notar por las carreteras de toda Europa. Así que no me queda otra que dejar de invernar y ocuparme ahora de la yerba cana (zorna-belarra, en euskera), no afectada por estos ciclos, florecida todos los meses del año y concernida, ¡quién lo iba a decir!, por las protestas agrícolas.

Yerba cana           Zorna-belarra       Senecio vulgaris
    La yerba cana, originaria del este de Europa, tiene el bendito honor de figurar en el catálogo de malas hierbas en más de medio mundo. Y si bien, decir que pertenece a la flora arvense (de campo) es más sutil, no es menos denigratorio que llamarla maleza. Sí, de campo o más que las amapolas. La veo por los terraplenes del pueblo o junto a las paredes,  por las huertas, los sembrados, las viñas, y más por cualquier punto que reciba una regular rociada de abono. A la yerba cana todo le viene bien.

Yerba cana           Zorna-belarra       Senecio vulgaris
    Así es como en cualquier época del año desarrolla sus capítulos florales de los que despuntan sus numerosas florecillas amarillas. De ellas saldrán semillas (cipselas) con vilano blanquecino, asomando por entre lígulas verdosas. Hay quien vio en los vilanos las barbas canas de algún geniecillo anciano y recordando la senectud, le puso en nombre de senecio. ¡Vamos!, cosas de los etimólogos. Linneo se limitó a recoger la palabra aplicada antes por Tournefort, sin mencionar tan curiosa coincidencia.

Yerba cana           Zorna-belarra       Senecio vulgaris
    Esas semillas pueden ser muy numerosas: más de mil setecientas por planta y muchas más según otras investigaciones. Si se tiene en cuenta que la germinación es rápida y son tantas semillas, ni qué decir tiene que los agricultores echen mano, no solo de la azada, sino de herbicidas contundentes. Y aquí está unas de las causas del conflicto entre labradores y administración europea agrícola, que trata de limitar y orientar sobre los herbicidas adecuados para el adecuado mantenimiento del suelo. 

Yerba cana           Zorna-belarra       Senecio vulgaris
    Es que hoy día no basta con mirar al cielo, tener en cuenta las fases de la luna y poder conducir un tractor climatizado para ser agricultor, además de botánica y rotación de cultivos, hay que tener al día el Cuaderno de Explotaciones Agrarias y saber leer química para conocer qué productos están permitidos y cuáles retirados de listas interminables. No me extraña lo más mínimo que estén hasta el gorro y lo pague, entre otros, la yerba cana.

Yerba cana           Zorna-belarra       Senecio vulgaris
    Esta planta, como tantas otras “yerbas”, tuvo sus aplicaciones curativas. Pero los efectos secundarios que su consumo produce en el hígado lo desaconsejan su empleo en la actualidad. Esto no debe de afectar a las orugas de la mariposa nocturna Ochropleura plecta, que se alimenta de ella. Pero no es la única mariposa, la polilla diurna Tyria jacobaeae hace otro tanto y se ha introducido en ciertos países, junto con el hongo de la roya, como una forma de control biológico, lo que suele resultar cuestionable. Es aquello de que tenía un problema, recurrí a un abogado y ahora tengo dos problemas.

Yerba cana           Zorna-belarra       Senecio vulgaris
Una yerba pillada entre la agricultura productiva a corto y la sostenible a largo

Yerba cana           Zorna-belarra       Senecio vulgaris