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jueves, 12 de mayo de 2016

MEDICAGO MINIMA

Una leguminosa que asciende de la tierra del vino a la gloria del OSCAR
           
Medicago minima
Medicago minima



Txumari ha vuelto a labrar la viña del saso. 
De esta manera, ha hecho desaparecer las plantas que crecían entre las cepas y, ya de paso, ha hecho aparecer otra colección de tiestos de dolia y de otros tipos de vasijas romanas, que se confunden con los cantos y cascajos del terreno. 
Mientras los examinaba, Domingo me indicó que en el borde había unas plantas con flores amarillas como las que habíamos visto en el cascajar del refugio: eran estas pequeñas mielgas. 
Me da por suponer que las mielgas ya estuvieran en ese mismo punto cuando las dolia estaban enteras y llenas de vino, hecho con otras cepas de este mismo lugar.
Medicago minima





Esta pequeñas mielgas amarillas, que como otras, bien pudieron ser reconocidas en tiempos del romano Plinio. En su Naturalis Historia nos da noticia de que la difusión de las mielgas se debió a los medos, los iraníes de los tiempos del persa Darío
Los griegos las recibieron como las hierbas de los medos, medicago, y en el nombre nos quedan ecos de guerras y migraciones, como si los siglos no se sucedieran. 
La difusión fue amplia por el Mediterráneo, y ahora crecen por zonas templadas tanto australes y como del nuevo mundo.


Medicago minima. Vainas enrolladas.





Acostumbrado a ver las vainas lisas y rectas de las leguminosas habituales en nuestra alimentación (habas, alubias, guisantes), me sorprende que estas otras tengan vainas perfectamente enrolladas y con aguijones ganchudos regularmente dispuestos en su contorno. Resultan unas espirales de no más de cuatro milímetros de diámetro, que las plantas sabrán para qué les sirven así dispuestas: a los botánicos, para distinguir las especies de medicago y a los fotógrafos, para mostrarnos formas sorprendentes.
Medicago minima










Plinio, romano práctico, detalla el valor forrajero de las medicago, su siembra, corte y larga vida de estas plantas en terrenos secos y pedregosos, que durante tanto tiempo han debido de servir de pasto a los rebaños que triscan por los sasos que nos rodean. Ya entonces hizo constar que estas plantas podrían durar treinta años, si se evitaba la competencia de otras plantas; ¡vamos! más de media vida para aquella época. 
Su ventaja sobre otros medicago como las alfalfas, está en que soportan el estrés hídrico de largas temporadas de secano. Como para desarrollarse necesitan poca agua, pueden crecer en terrenos soleados y áridos, como son las terrazas pedregosas que han dejado nuestros dos ríos, Aragón e Irati.


Medicago minima




En el Año Internacional de las Legumbres, esta pequeña leguminosa también puede contribuir a una agricultura sostenible. Mediante la rotación de cultivos, éstos dedicados a la producción de forraje, se reduciría la necesidad de abonos minerales, por el aporte de nitrógeno que ofrece a través de la relación simbiótica con una bacteria, desarrollada en los nódulos de sus raíces.
Dentro del proyecto OSCAR de la Comunidad Europea, la pequeña medicago figura entre las plantas consideradas de interés para la investigación y desarrollo de sistemas más sostenibles de agricultura mediante el uso abonos verdes.




 Una pequeña leguminosa, vida, alma, color y savia de nuestras tierras.
    
Medicago minima