La confusión estaba en el Nombre de la "Rosa"
Arabis auriculata |
Arabis auriculata |
Aquella tarde de otoño el fray Nicolás se convenció,
al fin, de que su mano no tenía la firmeza de antaño y que el trazo le empezaba
a temblar. Hacia algún tiempo que notaba que también la vista le resultaba poca
clara, sobre todo a la caída de la tarde. Aún era considerado en la abadía un buen calígrafo
y conocedor del griego, por lo que le reservaban la copia de textos antiguos en
esa lengua. Llevaba tiempo dibujado con esmero las letras pautadas del grueso
libro Acerca de la Materia
medicinal, Περί ὕλης ἰατρικής , escrito por un médico griego de la época del esplendor romano: Pedanio Dioscorides,
natural de Anazarbus, en Anatolia.
Arabis auriculata |
Fray Nicolás había adelantado mucho en su labor y ya estaba copiando la parte referida al poder curativo de las plantas. Escribía Δραβα, Draba, el nombre de una planta entre el lepidio y el saúco, cuando oyó que llamaban a vísperas. No se dio cuenta, pero la falta de luz le había hecho ver una Α donde solo estaba el triángulo de la letra Δ, delta.
A la mañana
siguiente le pareció que le faltaba la ι para ser Δραβια, Arabia. De este modo muy bien podía ser el nombre de una planta que, como otros muchos nombres, hacían referencia al
país de origen o en el que abundaban.
Arabis auriculata |
No parece que detectara el error, y a partir de esa
copia se difundió un nuevo nombre de planta, que en realidad poco tenía que ver
con el país al que aludía.
Cuando en el S.XVIII Linneo buscaban nombres
antiguos de plantas, aplicó el de Arabis a un grupo de flores blancas y de cuatro
pétalos, con algunos caracteres semejantes a la draba de los griegos. Otros
caracteres, sin embargo, eran notoriamente diferentes, por lo que le convenía disponer de un nombre distinto.
Arabis auriculata |
Actualmente, este género de plantas, las arabis, tienen reconocidas 105 especies; una de ellas es la "auriculata". En esta especie, la parte inferior del limbo de la hoja rodea al tallo, como si llevara auriculares o como si asomaran dos orejitas a los lados del tallo.
No
es fácil verla florecida en esta zona, porque hay que subir por mayo hacia el Arangoiti
y detenerse en el mirador, bajo El Rallar, para verlas y, de paso, contemplar Los Golochos, dos pitones calizos que ha respetado la erosión... y la cantera.
Arabis auriculata |
De esta manera, para verla no hace falta irse al Atlas de
Marruecos y menos aún hasta las proximidades del Karakorum en el Sinkiang de China.
Entre estos extremos, las podremos ver alargar sus vainas, silicuas, en cualquiera de los abundantes
terrenos calizos y montañosos que ondulan la geografía euroasiática, como es este espectacular mirador de Leyre.
El pequeño error del copista me recuerda que
"en los pequeños detalles están las grandes virtudes"
Arabis auriculata |