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CARTHAMUS LANATUS (Phonus lanatus)
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Una vistosa planta espinosa para quitarme la pereza de escribir
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CARTHAMUS LANATUS (Phonus lanatus) |
“Es necesario ser ruso, y hasta emperador, para resistir
el ajetreo de la vida de San Petersburgo en estos días: por las noches fiestas
como no se ven más que en Rusia; por las mañanas, felicitaciones de corte,
ceremonias, recepciones… He aquí lo que absorbe mis fuerzas y ocupa mi
curiosidad. Con días tan completos, la correspondencia se hace imposible”.
Cartas de Rusia, del Marqués de Custine, pág.149. Una
excusa semejante debía valer para explicar no haberme ocupado de escribir durante
todo el verano y hasta hoy.
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CARTHAMUS LANATUS (Phonus lanatus) |
Y, no es que haya renunciado a pasear por los campos y
caminos donde ha florecido este cártamo silvestre, es que asuntillos varios, no
los rimbombantes del marqués, han ocupado mi limitada atención. Nuevamente, sí, este
verano han florecido cantidad de matas de cártamos silvestres por terraplenes,
barbechos, cunetas y rastrojeras del pueblo. Nada es de extrañar que su presencia sea
tan frecuente en esta zona de clima seco, como lo es por toda la cuenca mediterránea,
sobre todo en su parte occidental,
en la que estamos incluidos.
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CARTHAMUS LANATUS (Phonus lanatus) |
Actualmente, sin embargo, se extiende también por amplias
regiones templadas de Sudamérica,
Australia y Nueva Zelanda. En estas zonas, el cártamo silvestre está considerado
como maleza que afecta a los cultivos. Se ha calculado que sólo en Australia
origina gastos anuales que superan los cien
millones. Por razones que desconozco, por aquellas tierras se llegan a
contar entre ochocientas y dos mil trescientas semillas por metro cuadrado; mientras que por aquí
solo entre nueve y sesenta, sin que este número, por tanto, afecte a los cultivos.
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Con estos datos, no me sorprende que en las antípodas recurran
a variados métodos para controlar su multiplicación con sistemas tan naturales como
el pastoreo rotacional que alimenta al ganado con plantas jóvenes o esperar a que
la glotonería de la mosca Botanophila túrcica redondee la tarea. Claro
está que, hace sesenta años, los métodos del Departamento de Agricultura australiano eran
más drásticos, aunque igualmente ineficaces: fumigar con herbicidas
a diestro y siniestro.
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La batalla no se dio por perdida y se propuso una nueva
arma: el hongo Phomosis spp. (Diaporthe toxica), que había demostrado en las
pruebas de invernadero ser eficaz en hacer enfermar
a los cártamos silvestres. Pero esto habría sido destapar al genio de la
lámpara: este hongo se difundiría y haría enfermar a cultivos de altramuces, vid,
frutales varios e, incluso, al ganado lanar. Al
fin se ha hecho la luz y han pensado: tomemos los elementos bioquímicos que
inciden en la salud de esta maleza, apliquémoslos específicamente y seamos eficaces.
Así han llegado a la fomentrioloxina
y han comprobado una vez más que las soluciones eficientes no son fáciles ni en
el nombre.
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Lejos de las antípodas y su problemática, en el Mediterráneo
ha sido una planta nombrada ya en la antigüedad y descrita por Linneo en su
Species Plantarum (Pág. 851-2).
Su largo interés botánico-medicinal se explicaba así en el Dioscórides:
‟Purga
por arriba, y por abajo la flema, y los humores acuosos; es útil a las enfermedades
frías, y antiguas: mundifica los pulmones, y el pecho, clarifica la voz: evacua
las junturas…”. Por fortuna, la farmacopea actual ya ha encontrado múltiples y concretas
aplicaciones a los componentes bioquímicos del perseguido cártamo silvestre;
y cito solo una: el
efecto mitogénico, que evita la proliferación celular de la médula ósea.
¡Qué contraste!
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CARTHAMUS LANATUS (Phonus lanatus) |
“Las ciencias avanzan que es una barbaridad. ¡Es una brutalidad!
¡Es una bestialidad”
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