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viernes, 16 de septiembre de 2016

PULICARIA DISENTERICA

Deshojando recuerdos de verano en una tarde sin pulgas a orillas del Aragón
      
Pulicaria dysenterica
Pulicaria dysenterica




Ya está refrescando y los días calurosos del verano quedan para comentarlos cuando apriete el frío del invierno.  Estos días sofocantes de final de agosto se soportan bien a la sombra de los álamos de la ribera del Aragón,  oyendo fluir el agua y, mejor aún, dejándote invadir por la somnolencia a que invita el ambiente. Uno, antes de amodorrarse, ha detenido la mirada en unas plantas de flores amarillas que brotan con profusión entre los cascajos de la orilla, las pulicarias. 







Pulicaria dysenterica







Aún viéndolas, y ya medio adormilado, te crees que vas a disfrutar de un sueño libre de pulgas, como promete el nombre de esas plantas (pulicaria). Y ya traspuesto, te trasladas muchos años atrás; te ves ante una artística fuente de una plaza castellana; coges agua en las manos, te refrescas la cara, pero no bebes: no te arriesgas a sufrir una disentería por ir probando las tentadoras fuentes de los pueblos que visitas, ni aun sabiendo que las pulicarias te evitarían esos desarreglos.







Pulicaria dysenterica




El empleo antidisentérico ha sido tan popular que fue el nombre específico que le dio Linneo en su Systema Naturae, dentro del nombre genérico de la inulas. 
Dejando lo idílico de la vida rural para la poesía y pintura pastoril que imaginamos fragantes y asépticas, por un momento rememoro la fetidez de los establos y de las urbes sin canalizaciones y nada me cuesta suponer la vida bacteriana que pulularía por las aguas alejadas de los manantiales.





Pulicaria dysenterica


Así es como llego hasta el botánico que se acordó de las pulgas, que es el nombre que en inglés se da a estas plantas: fleabane, la que destruye las pulgas, pulicaria. Este botánico fue Joseph Gaertner, quien orientó sus investigaciones botánicas hacia el estudio de las semillas y los frutos: la carpología. No es de extrañar que Gaertner perdiera la vista tratando de ver que el vilano que hace volar las semillas de la pulicarias tiene unas escamas soldadeas en su base, que las hace diferentes de otras semillas de plantas semejantes, como las inulas.
Pulicaria dysenterica

Pulicaria dysenterica





No la vista, sino la paciencia, es lo que pierde uno tratando de contar las lígulas, los pétalos amarillos de las florecillas externas, que rodean  a las pequeñas flores tubulares del  centro de la inflorescencia. No, no he contado las flores del centro, pero me he entretenido en deshojar esta “margarita” y el número suele ser de 55, aun cuando antes de desplegarse puedan ser más. ¿Qué ocurre para reducirse hasta ser solo ese número de la Sucesión de Fibonacci, sucesión de números que tiene intrigados también a los naturalistas?




    



Esta es otra planta de apariencia anodina, 
que esconde encantadores misterios sanitarios y numéricos 
    
Pulicaria dysenterica