Nimiedades inexplicables en un universo inexplicado
Fumana ericifolia |
Fumana ericifolia |
Me
sorprendo una y otra vez viendo cómo cada planta, cada flor, presentan colores
y formas singulares. Y no me refiero ahora solo al cromatismo admirable del
otoño, sino a detalles nimios apreciables en cualquier planta. Esto es lo que
me ha ocurrido con estas flores de la familia de las jaras, las fumanas, de
apariencia convencional con sus cinco pétalos amarillos.
Andando en verano por
las pedrizas de la sierra o los terrenos descarnados de Laiazeta, es frecuente
ver florecidas a las fumanas con abundantes estambres que sostienen el polen y
ahí está su originalidad: los estambres exteriores no tienen polen; no porque
lo hayan perdido, sino porque no, sin más; no he encontrado explicación.
Fumana ericifolia |
Y mira que es extraño que las fumanas produzcan estambres sin función aparente: con lo ahorradoras que son las plantas, ya que normalmente suelen evitan gastos innecesarios, por nimios que parezcan.
Hablando de nimiedades, leo que la sonda Voyager 2 se adentra en el espacio interestelar, tras 42 años de viaje a más de 54.000 km/h. y que aún le quedan 2300 años para salir de la heliosfera y dejar la influencia solar.
¡Ja! Y yo aquí, en un puntito de este inmenso universo, entretenido con pequeñeces como los estambres, las urnas y fruslerías por el estilo, como el nombre de las plantas.
Fumana ericifolia |
Este
nombre, fumana, que algo que tiene que ver con el humo, no con fumar, se le ocurrió
al médico danés Thomas Bartholin, que la llamó
hierba fumana en 1674, por su aspecto grisáceo, como ahumado, de sus ramas
inferiores. Ya tiene gracia que a una planta exclusivamente del mediterráneo occidental le ponga nombre un
médico que vivió por el mar Báltico, enfrascado en descubrir del sistema
linfático.
No
es pues de extrañar que, desde Alemania, el también médico K.F.W.Wallroth viera las hojas
de esta especie parecidas a las de las ericas, los brezos, y la llamara
ericifolia.
No hace falta que la distancia sea sideral para que la lejanía nos
haga semejantes.
Fumana ericifolia |
Debió de ser que el ejercicio de la medicina y el conocimiento de los valores curativos de las plantas, fue lo que acercó a estos dos médicos a las fumanas mediterráneas y haciendo, de paso, que figuren en la historia de la Botánica. Desde antiguo, era conocido el uso medicinal de las fumanas como plantas diuréticas con las que disminuir la tensión arterial, sin necesidad de sangrías. Si además se le reconocía su valor antiséptico, en tiempos en que el aseo era ocasional, tanto mejor para reducir las inflamaciones ocasionadas por las frecuentes heridas ocasionadas en todo tipo de actividades manuales.
Fumana ericifolia |
También se ven las semillas retenidas en la cápsula abierta hacia el suelo, como decidiendo cuándo y dónde caer; cuando es frecuente, por el contrario, que las semillas salten en cuanto se abren las cápsulas que las contienen.
Además, las semillas secretan un mucílago, un líquido pegajoso, una vez que han caído, para adherirse al suelo en el que van a germinar, soportando las escorrentías de las tormentas de verano.
Y luego dicen que la vida mediterránea es
fácil
Fumana ericifolia |