Rosetas
plateadas para tapizar rocallas de montaña
Paronychia kapela Nevadilla |
Paronychia kapela Nevadilla |
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¡Cuidadito, cuidadito! A ver dónde pones ese pie, que desde esta altura no es saludable
volar sin parapente -me digo desde el borde del cresterío de la sierra, mirando
el vacío al que me asomo.
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Y no pises las plantitas, que han amanecido brillantes y estaban tranquilas tomando
el sol antes de que se les aproximaran tus botazas -me recuerda una vocecita salida
de no sé dónde.
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¡Bien, bien! Pero no me voy de esta arista caliza del Arangoiti sin tomarles
unas fotos -insisto-. Ahí voy.
Paronychia kapela Nevadilla |
No me resultó tan arriesgado verlas por otra zona más baja: por encima de la foz del Irati, cerca de donde se posan los buitres. No estaban en el borde mismo, aunque también sobre rocas agrietadas. Por entonces, no tendrían abiertas las flores y sólo advertí que era una planta con rosetas plateadas, que llaman nevadilla, según supe luego.
Advertir que tan vistoso perifollo oculta y protege a las verdaderas flores que carecen de pétalos, me supuso desojarse y sostener firme la cámara.
Paronychia kapela Nevadilla |
Fue
el jardinero jefe del Jardín Botánico de Chelsea Philip Miller
(1691-1771) quien fijó el nombre de este género de plantas, por disponer de
semejante perifollo de brácteas.
Miller, en el momento de buscarle un nombre evocador, no le vio parecido con la
plata o la nieve, sino con el aspecto de las uñas (paro-nykia). ¿Quizá esta
evocación de las uñas se debiera al estado de los ejemplares que le llegaron del
continente?, porque no parece que sea una planta que se diera por las Islas Británicas,
visto lo alejadas que están de su actual localización en el
continente.
Paronychia kapela Nevadilla |
Además,
de por estos alrededores rocosos, las nevadillas se dejan ver con cierta
frecuencia por montes pelados y venteados del norte de la Península,
como los Pirineos o la Ibérica. Sin olvidar que siguen siendo frecuentes hoy en
día en el macizo montañoso de Kapela, que forma parte de los kársticos Alpes Dináricos, en
el oeste de Croacia. Por Kapela debió verlas Anton Kerner,
quien, además de dar el nombre de esos montes a esta especie de nevadilla de
hojas planas y bordes ciliados, propició el posterior desarrollo de la fitosociología,
el estudio de la comunidades vegetales.
Paronychia kapela Nevadilla Sanguinaria |
Los
estudios de medicina de Kerner, quizá le harían fijarse en las nevadillas,
debido a la variedad de usos medicinales para los que se empleaban y que se
refleja en su otro nombre, sin duda menos poético: sanguinarias.
Son tantos los componentes bioquímicos detectados
que no es de extrañar que las sanguinarias se hayan empleado para muy variados
tratamientos: diuréticos, hipotensores, antirreumáticos, anticatarrales,
depurativos, cicatrizantes, de las afecciones urinarias y la prevención o
tratamiento de la litiasis renal.
Con
tan formidables poderes curativos, ¿no debería llamarse la planta de la salud
eterna?
Paronychia kapela |
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