A vueltas con los nombres y las virtudes de las plantas
Stachys officinalis |
Stachys officinalis |
El nombre botánico de las plantas tiene curiosidades difíciles de explicar, como se ve en este caso. Esta planta se llama en euskera otondo o sugeria y en castellano, betónica, que es el usual, con sus variantes fonéticas, en las lenguas romances y germánicas. Carl Linneo mantuvo la palabra latina betonica para denominar a esta planta en su nomenclatura binomial.
Stachys officinalis |
Este nombre se había conservado desde la época romana y no había dado lugar a confusión, como les había ocurrido a otras plantas, cuyos nombres se aplicaban a especies distintas. La betónica era una planta medicinal (officinalis) bien conocida, empleada y descrita durante siglos. Así la vemos nombrada y dibujada en el Herbarium de Egenolff de 1544, conservado en Roncesvalles y reeditado recientemente.
Sin embargo, hoy día este género de plantas se conocen como stachys, que es como decir espiga de trigo en griego, por inverosímil que parezca. Este cambio tan extraño se lo debemos a Vittore Benedetto Antonio Trevisan de Saint-Léon y a ver quién se lo discute a alguien con ese nombre. Pues bien, este Trevis (que es cómo, ahora que no les oye, le llaman los botánicos) les puso este nombre en su Prospecto della Flora Euganea (1840). Supongo que al dar la lista de las plantas de los montes de su pueblo no le parecería culto el nombre que le daban sus vecinos y quiso hacerse notar.
Stachys officinalis |
Las virtudes curativas de la betónica eran conocidas en la antigüedad por los egipcios, griegos y romanos (según Carlos G. Wagner). Antonio Musa, médico de Augusto y a quien alivió de la artrosis y otras varias dolencias con emplastos fríos de betónica (según Seutonio LIX y LXXXI), estimaba que tenía efectos favorables sobre más de cuarenta dolencias, ¡nada menos! La noticia de las cualidades médicas de Musa llegó hasta Linneo y para hacer perdurable su nombre lo aplicó a los ¡plátanos!; por eso, a los de Canarias los botánicos les llaman Musa acuminata.
Stachys officinalis |
Se puede decir que la betónica ha tenido durante muchos siglos la consideración de panacea, incluso más allá de lo físico. Durante la Edad Media se plantaba en los cementerios para alejar los espíritus malignos, se llevaba como amuleto y era usada como filtro de amor. La farmacopea actual ha vuelto a tomar en consideración las virtualidades de la betónica, a través de la valoración terapéutica de sus componentes fitoquímicos.
La fama de curalotodo, que la ha hecho merecer una
tesis doctoral,
hará que la mire con el respeto debido al birrete.
Stachys officinalis |