|
Euphrasia stricta |
Una vuelta por la sierra es garantía
de satisfacciones íntimas
|
Euphrasia stricta |
Al otro lado de la sierra, mirando
al norte, el calor del verano se soporta mejor bajo las hayas. Me acompaña
Eduardo Galeano, que va en silencio, porque lo tortuoso del camino hace que Las palabras andantes no anden y sigan
encerradas en el libro que leeré sentado a la sombra. Yo le hablo de las
plantas que veo por la senda, de algunas recuerdo su nombre, en ocasiones las
saludo con una foto y puntualmente me detengo a charlar con alguna. Eso es
precisamente lo que hago con estas pequeñas eufrasias. ¡Vaya, una mosca de la
hierba se me ha adelantado!
|
Euphrasia stricta |
Le digo a Eduardo que recuerdo que las palabras tenían
casa en El libro de los abrazos. Me
recita: “A la casa de las palabras, soñó Helena Villagra, acudían los poetas.
Las palabras, guardadas en viejos frascos de cristal, esperaban a los poetas y
se les ofrecían, locas de ganas de ser elegidas: ellas rogaban a los poetas que
las miraran, que las olieran, que las tocaran, que las lamieran. Los poetas
abrían los frascos, probaban palabras con el dedo y entonces se relamían o
fruncían la nariz. Los poetas andaban en busca de palabras que no conocían, y
también buscaban palabras que conocían y habían perdido.”
|
Euphrasia stricta |
Las plantas de la
sierra no están encerradas en frascos, están al aire libre, ¡sólo faltaba! Y me
parece que las flores, como las palabras enfrascadas, ruegan a los paseantes que las
miren, las huelan, las toquen, sin que haga falta probarlas. Si los poetas del
sueño iban buscando lo desconocido, uno se encuentra cada año con plantas ya conocidas, que renuevan su encanto y sus misteriosas virtudes. Y
sí, un cierto deleite es lo que produce ver un año más estas pequeñas
eufrasias, que en su nombre griego llevan el
sabor de la alegría, del regocijo, del encanto.
|
Euphrasia stricta |
Regocijo es el que debían manifestar
las personas con afecciones oculares al notar mejoría en sus dolencias tras los
tratamientos que la farmacopea tradicional realizaba con las partes superiores
de estas plantas. Y en este caso, algo de verdad debía de haber cuando las
virtudes de los principios activos de estas eufrasias son numerosos y de
efectos variadísimos, según los doctores Peris, Stübing y Romo de la facultad
de farmacia de Valencia y de botánica de Barcelona en su tratado de Plantas medicinales.
|
Euphrasia stricta |
Sólo apunto que sus misteriosas virtudes se deben a los
iridioides terpénicos. que
tienen efectos antimicrobianos; a los lignanos, que son antiinflamatorios; a la
colina que, como nutriente de la vitamina B, regula la memoria y el estado de
ánimo; o al ácido pirúvico, clave para el metabolismo de la glucosa. Volviendo
a los ojos, el tratamiento de la conjuntivitis y de la blefaritis (inflamación
de los bordes de los párpados) tiene un exitoso tratamiento con eufrasias, más
aún si son de la especie “stricta”. Así que nada tiene de extraño que en
euskera se la llame sendikusa (sanadora de ojos) o begi-belarra (hierba de los
ojos).
|
Euphrasia stricta |
Otra de sus curiosidades consiste en
ser planta hemiparásita, al menos las de por aquí. Es decir, que sólo viven a medias a cuenta gorra de las raíces de otras plantas, por si acaso o para que no
se diga. Además, no son exclusivistas al escoger su hospedante. Visitan
familias tan diversas como las leguminosas, los llantenes, las compuestas, las gramíneas,
helechos, pinos y otras. Las de por aquí han encontrado alojo entre hierbas
perennes (Brachipodium pinnatum), que forman macollas, para tener en su
proximidad forma tranquila de subsistencia.
|
Euphrasia stricta |
Incisivos son los relatos de Eduardo Galeano que me abren los
ojos al encanto floral de la sierra
|
Euphrasia stricta |