Las palabras coloreadas amplían informacion mediante un clic. No se permite hacer uso de fotos o texto sin permiso explícito. ©

jueves, 27 de noviembre de 2014

ANAGALLIS ARVENSIS

“No sólo el título, sino toda la novela quedó así porque dejé que todo surgiera al azar”. 
Antonio Muñoz Molina
Anagallis arvensis
Anagallis arvensis

- ¡Ah! Ese es precisamente el misterio.
- Pero, ¿qué es una pimpinela escarlata, Sir Percy?
- No es más que una humilde flor de los campos y… bastante común, por cierto.

Tras el nombre de Pimpinela Escarlata se ocultaba Sir Percy Blakeney, misterioso héroe que conspiraba para sustraer de la guillotina a burgueses inocentes durante el Período del Terror de la Revolución Francesa. Su sello rojo tiene la forma de una anagallis (en griego, la que hace reír), pero que desquiciaba a los revolucionarios con sus variadas estratagemas.
Anagallis arvensis
     Este personaje, que llevaba una doble vida y que tras una apariencia banal ocultaba al héroe, auxilio de oprimidos, fue creado por la escritora húngara Emma Orczy en la novela de ese título publicada en 1905. Luego, la saga de este tipo de personajes ha sido larga y diversa: en novela, El Zorro (1919); en seriales radiofónicos: El Llanero Solitario (1933); en comic: Superman (1938) y Batman (1939). Incluso, a Nelson Mandela le apodaron La Pimpinela Negra.
Anagallis arvensis




La Anagallis arvensis, como La Pimpinella Escarlata, tiene ¡claro! una doble apariencia: durante las horas de luz luce su atractivo esplendor y al atardecer se cierra. También se recoge en tiempo lluvioso o nublado. Su coloración también es doble: el color rojo, que es el típico, y el azul, que sin embargo es el más frecuente por aquí. Pimpinelas de flores rojas las hay en la parte baja de La Val y lucen su color intenso en verano.




Anagallis arvensis


Entre los varios nombres que tiene en euskera, hay uno que me evoca pomadas de la infancia: pasmo-belarra. Aún recuerdo que la abuela María me ponía emplastos de pasmo-belarra cuando me salían granos infecciosos en las piernas. Entonces, quién iba al médico por una menudencia como esa. La pasmo-belarra era mano de santo; ¡hala, a jugar a la calle!



Anagallis arvensis




Y es que la pasmo-belarra es planta muy medicinal y por eso mismo cuenta con contraindicaciones; otra vez la cara oculta. Sus componentes, glucósidos y saponinas entre otros muchos, tienen efectos adversos para los glóbulos rojos o son irritantes para la piel o las mucosas. La saponina extraída de las raíces se han utilizado como tóxico para la pesca en las aguas tranquilas de los ríos. 
¡Qué recursos en tiempos de necesidad acuciante!






De un sir de novela a las necesidades reales, a través de un sello con forma de pimpinela.
    
Anagallis arvensis

viernes, 7 de noviembre de 2014

MALVA SYLVESTRIS

El otoño también tiene color malva

Malva sylvestris
Malva sylvestris




Iba a cruzar el puente del Irati el viernes pasado, cuando el color de las malvas del rinconcito junto al trujal de Nagore hizo que me detuviera a contemplarlas y retener su gracia en la cámara. Era una tarde soleada de finales de octubre y las malvas silvestres lucían su coloración sin necesitar los cuidados de ningún jardinero.

Malva sylvestris










Con todo, verlas en estas fechas me produjo cierta melancolía por recordarme la certeza de que terminaré criando malvas. 
No he conseguido saber el origen este eufemismo y lo mismo me ocurre con expresiones tales como: ser como una malva o haber nacido en las malvas. La asociación con la muerte, la bondad y la humildad de nacimiento pueden parecer peregrinas, aunque ya las emplearon Cervantes en el Quijote (2ª, IV) y Quevedo en la curiosa Homilía de la Santísima Trinidad con su conocida retranca.
Malva sylvestris







Bondadosas, sí que deben de ser las malvas a juzgar por la variedad de situaciones en las que se utilizan. Además de los usos culinarios en sopas y ensaladas, la medicina popular las emplea como remedio laxante, antiinflamatorio, expectorante o calmante de la tos.  Sin embargo, el alguacil no les debe reconocer sus benéficas cualidades, pues de tiempo en tiempo les pasa el cortacésped.




Malva sylvestris

Pero… ¡cuidado! ¡Un respeto con lo de popular!, que el Dioscórides ha sido durante siglos el manual de la medicina oficial hasta el siglo XVIII; vamos, hasta ayer. En la edición del erasmista Andrés Laguna, médico de Carlos V, además de todas las aplicaciones populares referidas, se recoge  que también puede servir de “relox en tiempo nubiloso”. En la edición del Doctor Suarez de Ribera, Médico de Cámara de Felipe V, se da fe de que “toda malva consta de partículas oleosas, aquosas, crassas, con las cuales ablanda, laxa el vientre y mitiga la acrimonia de los humores coléricos y la flema salada”. 
¡La mar salada!


Coccinella septempunctata y Malva sylvestris 

Ahora, la farmacia moderna ha analizado esas “partículas” y ha encontrado que son mucílagos (hidrocoloides polisacáridos), antocianinas (glucóxidos pigmentarios que dan el color malva), taninos (ácidos fenólicos) y vitaminas varias. La coloración malva, tonalidad del violeta, parece tener doble función: proteger de las radiaciones ultravioletas y atraer a insectos polinizadores. Los mucílagos y demás compuestos explican las cualidades saludables atribuidas por la medicina tradicional a los ungüentos y bebedizos confeccionados por sanadoras y boticarios.


 Y así, el malva se añade a los ocres y amarillos de las hojas de los chopos que enmarcan
 el puente sobre el Irati.

Malva sylvestris