Ya han
vuelto las oscuras golondrinas en los cables a parlotear
y las brillantes celidonias,
a lucirse en los ribazos
Chelidonium majus |
Chelidonium majus |
Era una soleada la mañana de la semana pasada, cuando andábamos paseando por el cantolagua del río Aragón, y en agradable charla por el paseo que lleva a las huertas de Sangüesa. Así íbamos, cuando Gurutz me hizo reparar en unas matas del borde del paseo.
- ¡Mira esas flores amarillas!
- ¡Ah, sí!, pero vete a ver qué planta es.
- ¡Sí, hombre! Es la iodo-belarra. ¡Mira! –cortó un tallo
y me enseñó el corte del que salía un látex anaranjado-. ¡Ves! es yodo para las
verrugas –y con su móvil sacó varias fotos, que luego me las pasó.
Chelidonium majus |
Ya en casa, comprobé con las Claves Ilustradas que Gurutz había reconocido bien la planta y que en euskera, antes de saber del yodo, la llamaban enara-belarra y, quizá antes aun, zaran-belarra (¿la hierba de las canastas?).
Fueron los griegos quienes la
llamaron chelidonion, golondrinita; enara, en euskera (hierba-golondrina); en
castellano: celidonia, golondrinera o cirigüeña.
Hay quien explica este nombre
por la vuelta de las golondrinas a estas latitudes en la época de la floración de
la enara-belarra, pero esto se podría aplicar a la multitud de plantas que
también florecen estos días.
Chelidonium majus |
Por otra parte, parece establecida de manera generalizada la relación de la celidonia con el yodo o, más bien, con la tintura de yodo que se comercializa con la marca registrada Betadine. Es de suponer que se debe al parecido de éste con color del látex de la celidonia y a la aplicación tópica de ambos para el tratamiento de alteraciones de la piel.
Y sin embargo, la celidonia nada tiene que ver con el yodo; puesto que, entre los
numerosos compuestos orgánicos
o entre los metales aislados en su composición, no aparece ningún átomo de yodo,
aunque sí mercurio o cromo, entre más de veinte.
Chelidonium majus |
La celidonia, “la cirigüeña, que de todos los males es dueña”, ha tenido multitud de usos medicinales. Alguno, como aplicarla para sanar los ojos, ya fue tenido como falso por B.J. Feijoo; pero no obstante, hay quien hoy día sigue difundiendo su uso milagroso. Si tiene usos tan diferentes como son servir de callicida, de purgante, en oncología, contra la tos o el sida, no es de extrañar que tal diversidad fomente el temor a los remedios medicinales, que tanto te arreglan una víscera como te estropean otra.
Chelidonium majus |
Quizá parezca disparatada la multisecular sabiduría popular, pero por algo se ha debido de estimar eficaz su uso medicinal cuando es tan generalizado. Hoy día son múltiples los estudios de sus componentes (sólo los flavonoides son 18) y de las aplicaciones contrastadas de cada uno de ellos, de las que se tienen verificaciones científicas (incluido el tratamiento del cáncer). Y así es como las referencias bibliográficas se multiplican y en una sola publicación de la universidad de Chandigarh (capital del norte de India diseñada por el suizo Le Corbusier) se hacen constar 89 trabajos de investigación relacionados con la celidonia en los últimos años.
La celidonia ¡pobre!, que florece descuidada alrededor de las ciudades,
junto a los caminos y ¡entre las vías del tren!
Chelidonium majus |
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