Los lastoncillos, que alfombran el paso sobre los
cascajos, ya están de primavera
Lastoncillo Carex halleriana |
"El señor Verloc oyó el débil zumbido de una mosca
que chocaba contra el vidrio de la ventana –su primera mosca del año-
anunciando la cercanía de la primavera con más claridad que toda una bandada de
golondrinas”. El
agente secreto, pag. 31, Joseph Conrad.
Endrinos Prunus spinosa |
Ya tenemos a las golondrinas parloteando y la fragancia de violetas y endrinos ha reanimado el zumbido de los insectos. Los endrinos nos atraen desde las lindes de los campos, con sus flores blancas y sus aromas penetrantes.
En los taludes y riberas, las violetas,
abundantes y olorosas, no se muestran ahora ni humildes ni discretas.
Estas cualidades habría que aplicarlas, más bien, a estos
cárex, los lastoncillos, que ni son fragantes ni tienen pétalos de colores
llamativos.
Lastoncillo Carex halleriana |
Los lastoncillos son unas macollas que me encuentro entre cascajos y arenas, también cerca de las orillas de nuestros ríos.
No parece que se conserve su nombre
en euskera, aunque según el diccionario de la RAE la raíz nominal, lasto = paja, brote
de la lengua vasca.
Suaves en apariencia, los lastoncillos tienen hojas con bordes aserrados, cuya capacidad de
corte se recomienda probar con sumo cuidado. Este efecto lacerante está advertido
en su mismo nombre, cárex –kárcharos, cortante– que estaría más claro, si el tiempo no hubiera limado algunos fonemas de la palabra
y entendiéramos griego antiguo.
Lastoncillo Carex halleriana |
Y entender, y prestar mucha atención a la jerga botánica, es lo que debo hacer para acertar con el nombre específico de los cárex. Éstos, los halleriana, los puedo identificar con cierta seguridad fijándome en algunos caracteres. Por una parte, en el extremo de un largo pedúnculo de sección triangular tienen una espiga con numerosos estambres alargados amarillos, de cuyo polen aún no he sentido el efecto alérgico –toco madera-.
Por otra parte, debajo de esa espiga llamativa aparecen
otras espigas de las que surgen los estigmas retorcidos y blanquecinos de los pistilos.
Estas espigas tienen un finísimo pedúnculo, adherido al más grueso y que me
sirve para identificarlo específicamente como halleriana.
Lastoncillo Carex halleriana |
El nombre específico halleriana se lo debemos al botánico aragonés Ignacio Jordán Claudio de Asso y del Río que, como buen ilustrado del S.XVIII, era conocedor, entre otras, de la lengua griega y tenía entrada en círculos científicos europeos. Al fin y al cabo, en la época eran cuatro los científicos ilustres, cultos y pudientes y por estos lares, para qué buscar, ¿o, no? Así que don Ignacio se acordó de otro, del fisiólogo antivolteriano Albrecht von Haller, quien también tuvo tiempo para darle a todo, y a él le dedicó este cárex, frecuente en estos pagos.
Enciclopédicos ambos e ignorados hoy, pero ¡vaya si memorizamos la
lista de reyes godos y la delantera de los magníficos del Real Zaragoza!
Lastoncillo Carex halleriana |
Si estos ilustres están hoy eclipsados,
algo parecido les
deben de pasar a los lastoncillos del norte de Francia, puesto que han puesto normas
para su protección y conservación. Para evitar su extinción en Île de France, en
los alrededores de París, está prohibido su “destrucción, corte, mutilación, desarraigo,
recoger o tomar, la venta ambulante, uso, oferta para la venta o compra” desde
el año
1991.
No creo, sin embargo, que el empleo abusivo de los carex en el relleno de los
borceguís empleados para soportar los fríos polares haya sido un factor influyente, dado
lo antiguo de este uso
en zonas norteñas.
Solo hay un paso desde una planta discreta a unos ilustres olvidados ,
pero sólo si lo doy sobre lastancillos floridos
Lastoncillo Carex halleriana |
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