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Anemone coronaria |
El viento se siente en el nombre de las anémonas
Era mediodía y la esplanada del Castillo de Javier
estaba esplendida de luz. Los novios salieron de la iglesia y descendían
sonrientes por la escalinata, cogidos de la mano, hacia los familiares, amigas
y amigos que los esperaban. La novia, de blanco, cuidando de no tropezar,
llevaba un ramo de anémonas azules en la mano. Le faltaba completar el rito de
volverse y lanzar las anémonas a las amigas. Al hacerlo, una ráfaga de viento (anemoi)
se autoinvitó a la fiesta y dispersó las flores. Entre risas, comentaba los
invitados que la ráfaga había provocado que hubiera más de una afortunada por
recoger alguna flor, según promete el ritual.
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Anemone coronaria |
Pero, el viento, para reservarse alguna de las anémonas, las
sopló hacia el sur, al talud herboso más allá de la esplanada. Ahí debieron
fructificar y asentarse: habían encontrado dónde multiplicarse sin temor de que
la tijera del jardinero las reuniera en otro ramo de boda. Y floridas las
encontró José Manuel Marcos, agudo observador y dadivoso horticultor, en la javierada de
este año, rozagantes y asilvestradas, y me lo hizo saber. Hasta ahora no había
noticia de tenerlas registradas como asilvestradas en Navarra.
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Anemone coronaria |
El valor ornamental, debido a su vistosidad, ha debido de
ser causa de los múltiples estudios publicados
sobre sus cualidades biológicas y condiciones de cultivo, desde que Carlos
Linneo ya la tuviera localizada en Constantinopla.
Por eso mismo, la jardinería, ocupada en la reproducción, se ha interesado por sus
sistemas de polinización, que fomentan la obtención de mejores semillas. Al
parecer, no son plantas que se autopolinizan, sino que son el viento y los
insectos quienes se realizan el intercambio de polen entre las flores: abejas
melíferas o solitarias y moscas.
Eso es, nada de lugares cerrados.
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Anemone coronaria |
Y no sólo esto, sino que también se reproducen con más
abundancia en praderas frecuentadas por ganado que se alimenta básicamente de
plantas herbáceas. La siega natural de las hierbas hace que la radiación solar sea
mayor a nivel del suelo y se favorezca el desarrollo de otras plantas, como son
estas anémonas
silvestres.
Pero, también hay un pero; el aire libre tiene el inconveniente de
la difusión de las esporas de los hongos. Las esporas encuentran acomodo en las
hojas de las anémonas y producen botritis, roya, mildiu, oídium, la
mancha negra, etc. Como para quejarme de un catarro.
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Anemone coronaria |
La especie coronaria, a diferencia de otras especies de
anémonas monocoloras, tiene varias coloraciones: roja, blanca, azulada o
púrpura, y gran número de variedades, resultado en ciertos casos de hibridaciones
obtenidas por los jardineros
franceses del siglo XVIII. En el siglo anterior, el jardinero Bachelier viajó a
Constantinopla y volvió con semillas de esta especie.
Las cultivó en su jardín sin permitir su difusión, orgulloso de sus vistosas
flores. Pero estas hijas del viento (ανεμώνη) vieron en un visitante la
oportunidad de escaparse en su capa, para deleite general, conocimiento de
Linneo y sorpresa nuestra.
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Anemone coronaria |
El viento nos ha
devuelto al espacio abierto anémonas domesticadas
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Anemone coronaria |
Hacia un tiempo, pero quien tuvo, retuvo y para deleite de leedores , todo un placer el tener delante estos comentarios....
ResponderEliminarAmeno, instructivo y genial, como siempre.
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