Clematis vitalba |
Gruesas
lianas colgantes, con larga historia sanitaria
Clematis vitalba |
Al
acercarme esta vez a la fuente del liscar, ahora convertida en pedregal sin
liscas, he creído oír, horrorizado, un lejano alarido reflejado en la roca
caliza. Pero, pensándolo bien… no, no; ¡qué va! Ha debido de ser que se llamaban
los colgados en la pared o, más bien, el eco imaginado del remoto grito de
Tarzán al lanzarse asido a una liana.
Sí, sí; eso ha debido de ser: me he
acordado de Tarzán al ver la mata de clemátides que crecen allí mismo, en el
arranque del Camino de la Piedra.
Clematis vitalba |
Estas
plantas, que forman matas espesas en El Liscar o en Entrambasaguas, son
trepadoras (clematis en griego) que se valen de los troncos y ramas de chopos,
alisos, arces o sauces y demás arbolado de la ribera del Irati para alargar
varios metros sus tallos. Estas lianas tienen con frecuencia un grosor
considerable y pueden servir para colgarse de ellas a imitación de Tarzán. Bien
es cierto, que desestimo ser yo mismo su imitador por sospechar que terminaría o
mojado o dolorido, al romperse, no la liana, sino la rama de la que pende.
Sí,
me sorprende ver lianas de este calibre junto al Irati o colgando en las hayas de
la cara norte de la sierra de Leyre. Pero, no menos me sorprende que en euskera
se hayan nombrado con hasta ocho términos en sus variantes dialectales (aihen zuria,
autina, metu, ayen-bedarra, ezkerrayen, aixeneskerra, hurukagei, biribaza),
varios de ellos relacionados con la idea de sarmiento trepador, como los
zarcillos de la vid (vit-alba/blanca). Quizá, este interés por identificar
nominalmente a estas clemátides se deba al extendido uso medicinal que tenía
desde muy antiguo.
Ya
el médico griego Dioscórides dejó constancia de su empleo en su libro De Materia Medica, según se ha
podido saber por las sucesivas traducciones: al árabe en tiempos de Abderramán
en siglo X en Córdoba, al latín por Nebrija en siglo XVI y al castellano por
Andrés Laguna. Durante diez y siete siglos este vademécum médico lo recomendaba porque: “ataja
el flujo del vientre y la disentería, mitiga los dolores que afligen a la
madre, quita el dolor de los dientes, socorre a los mordidos de la serpiente, su
simiente majada y bebida con agua o aguamiel purga la flema y la cólera; sus
hojas aplicadas en forma de emplasto adelgazan las asperezas del cuero; y
échase en adobo con el lepidio para comer”.
¡Vamos, que ni el bálsamo de
fierabrás!
Más aún, en siglos posteriores, siglos de las luces, se ha seguido recomendando
el empleo de tan milagroso remedio. Se aplicó, pues, para estimular
la circulación sanguínea de la piel, así como para tratar pústulas y úlceras,
afecciones reumáticas, para inflamaciones osteoarticulares y neuralgias o como febrífugo
y calmante del dolor. Como ocurre con otras plantas consideradas medicinales,
la multitud de sus componentes bioquímicos hace que tengan efectos
tan diversos y contradictorios que han terminado por desaconsejar su empleo,
incluso tópico, por los graves efectos tóxicos de algunos de ellos y el estudio de
las propiedades efectivas de otros de estos elementos.
Clematis vitalba Episyrphus balteatus |
Y,
para terminar, no ha de faltar otro gran naturalista antiguo, Teofrasto, que
refirió en su Historia de las plantas (libro V, 9.6 –
pg. 321)
otra utilidad de los tallos sarmentosos de las clemátides: servir de astillas para
encender fuego.
¡Y qué no sabíamos de esto de chavales!
Clematis vitalba |
Orillas
selváticas del Irati, aún intransitables.
¡Ojalá
por muchos años guarden su encanto!
Enhorabuena! Muy enriquecedora está entrada del blog. Siempre me han llamado la atención las plumas de esta planta, que tras ver las fotos, comprendo que son parte de los frutos y no sus flores como erróneamente creía.
ResponderEliminarNo me veo yo sarmentando clematis. Más difícil me resulta evitar tocar sus suaves plumas al pasar a su lado. Esperemos poder seguir disfrutando de ese pequeño placer al pasar a su lado.
Eso es, es una prolongación de la semilla. que llega a ser plumosa en la madurez. Como otras ranunculáceas tiene un solo tipo de hojas petaloides formando el perianto, cuatro en este caso. El placer de tocarlas puede producir ampollas, según dicen; así que ¡cuidadito! ja, ja.
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