Siempre
nos quedará… caminar entre brezos en flor
Erica vagans |
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“A
la manera que, el que paseando por un deliciosísimo jardín, pasó divertido por
sus calles, sin reparar en lo artificioso de sus plantas ni en lo vario de sus
flores, vuelve atrás cuando lo advierte y comienza a gozar otra vez poco a poco
y de una en una cada planta y cada flor, así nos acontece a nosotros que vamos
pasando desde el nacer al morir sin reparar en la hermosura y perfección de
este universo.” El Criticón (parte1ª,
crisi 2ª), Baltasar Gracián.
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Así
es como me ha ocurrido andar por la sierra a la búsqueda plantas llamativas y
haber descuidado detenerme a examinar y admirar lo que tenía a los pies, por
ser parte del paisaje habitual de los senderos de Leyre.
Una las plantas que
tapizan los calveros de los pinares es esta especie de brezo, que pasa
desapercibida por su abundancia. Sólo ahora, cuando casi no florecen otras
plantas, es cuando “vuelvo atrás para advertirlas y reparo en su hermosura” en
palabras de Gracián.
Es claro que, para Carlos Linneo, sin embargo, los brezos no pasaron
desapercibidos, puesto que los trató específicamente en su “De erica”,
estudio monográfico fechado en 1770 y dedicado a este género de plantas.
Así mismo, los
brezos tampoco pasan desapercibidos a los miembros de la Heather Society, sociedad
inglesa dedicada al estudio de las variedades de brezos, incluidos los de la
especie Erica
vagans (brezo de Cornualles), con variedades entre el blanco y los
matices rosáceos.
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Eso
de que la especie vagans sea de Cornualles es cosa de ingleses; ya que esta
especie se extiende por el occidente europeo, traspasando los Pirineos, como puede
hacer cualquier vagabundo (vagans) que no entiende de fronteras.
También es de
ingleses, de Emily Brontë concretamente, ponerle el nombre de señor Monte de
brezo, Mr. Heathcliff, al protagonista de Cumbres borrascosas. Quizá entendía la
señora Brontë que había relación entre las penalidades que hizo soportar al
protagonista de su relato con las que deben de sufrir las Erica vagans para
florecer en estas frías fechas.
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Aunque
para penalidades, las que sufre el ganado que se atreve a pastar esta atrayente
especie de brezo. La ganadería extensiva tiene entre sus inconvenientes
alimentarse con esta especie rica en proteínas sí, pero también en taninos, que
interfieren en el proceso digestivo y provocan el timpanismo.
Esta dolencia impide al ganado vacuno la expulsión del metro cúbico diario de
gases originados en la digestión. Y las inmediaciones del Gorbea han sido el
lugar escogido para experimentar
y medir la producción gases subsiguientes a la ingesta de esta planta por el ganado de nuestra zona.
Para otro momento queda ver si el efecto invernadero, que también se atribuye a
estos gases,
es o no una exagerada leyenda urbana
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