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miércoles, 11 de abril de 2018

ALTHAEA CANNABINA

El color malva que anima los sotos en tardes de verano
        
Althaea cannabina
Althaea cannabina




“Nuestro mundo se está desmoronando. La civilización humana ha reducido las plantas –una forma de vida de 400 millones de años- a tres cosas: alimento, medicina y madera. En nuestra implacable y cada vez más intensa obsesión por obtener más volumen, potencia y variedad de esas tres cosas, hemos devastado los sistemas ecológicos hasta un extremo que millones de años de desastres naturales no pudieron alcanzar.” Fin de la cita.



Althaea cannabina






Esta cita es una reflexión en tono pesimista de la animosa Hope Jahren (1969), geoquímica y geobióloga, una de las 100 personas más influyentes del mundo, según la revista Times. Ese párrafo es el segundo del epílogo de su autobiografía, publicada hace dos años titulada “Lab Girl” 
¡Vamos!, traducción de tamaño y contenido similar a la referida en el monólogo del violinista sin violín por Miguel Gila.




Althaea cannabina







Por fortuna, todavía podemos disfrutar por aquí de plantas que ni son alimenticias, ni medicinales, ni madereras, y que de momento solo sirven para nuestro disfrute y para provocar nuestra admiración, como me ocurre con este género de malvas, las alteas. 
Entre la maraña de hierbas de las riveras del Irati o del Aragón, y entrado el verano, espero volver a ver estas malváceas con hojas en forma palmeada, como las del cáñamo (cannabina).





Althaea cannabina





A Hope Jahren la supongo demasiado ocupada en su laboratorio y en sus excavaciones en busca de isótopos estables en los bosques fósiles no petrificados del eoceno, época geológica de hace más de cincuenta millones de años, examinados en la isla Axel Heiberg, dentro del círculo polar ártico. Tendría que venir a esta parte del oeste europeo y tomarse unas vacaciones lejos de las Hawái, para contemplar estas plantas que de momento no entraron en sus investigaciones en esas islas y que elevarían su optimismo, animado con la contemplación de la belleza de nuestras especies vegetales.



Althaea cannabina



Tiene también el recurso de cultivarlas en su residencia actual en Oslo, siempre que recurra a cualquiera de los múltiples jardineros que expenden las semillas a precios bien módicos y atienda a las condiciones de temperatura, humedad y luminosidad que los mismos detallan. Incluso creo que, para próximas temporadas, ella misma podrá conseguir semillas, dada la variedad de insectos polinizadores, abejas, mariposas y moscas, que fecundarán las flores y que no dudo proliferan incluso en esa norteña región europea.



Una gran investigadora botánica, que me ha llevado a soñar con los colores del verano

Picris  y Althaea cannabina

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