Las palabras coloreadas amplían informacion mediante un clic. No se permite hacer uso de fotos o texto sin permiso explícito. ©

jueves, 18 de febrero de 2016

EPILOBIUM TETRAGONUM

El paseo de una mañana de agosto fue algo más que andar
    
Epilobium tetragonum
Epilobium tetragonum




El paseante ha rebasado la muga de Yesa, andando a buen paso. Camina junto al guardarraíl sin atender a las plantas ruderales de la cuneta. Lleva un gorro claro de ala ancha y, aunque a esa hora de la mañana aún no aprieta el calor, no le conviene demorarse. A la entrada de la subestación eléctrica se corta el guardarraíl y aprovecha para dejar la carretera. Desde ahí se encamina al bosquete que oculta al cercano arroyo del barranco de Tres Fuentes. Pasará la mañana en ambiente nemoroso oyendo el fluir del agua, oculta entre hierbas y carrizos.

Epilobium tetragonum









Entre los chopos la hierba está alta, pero el paseante puede avanzar. Otra cosa es tratar de abrirse paso en el carrizal sin mojarse. ¡Qué le vamos a hacer! lo debe atravesar si quiere vadear el arroyo y seguir mirando la variedad de plantas del chopar. Así es cómo, al poner pie en la otra orilla, se detiene a examinar unas flores con pétalos de color malva. Las ha visto parecidas junto a la fuente de Liscar, pero éstas tienen el pistilo compacto, mazudo, como dicen los botánicos: será otra especie.
Epilobium tetragonum












Para cuando el  paseante ha llegado a media mañana, otros visitantes se le han adelantado: insectos de variadas coloraciones y tamaños; alguno sólo llegará a distinguir cuando revise las fotos en la pantalla del ordenador. Será entonces cuando tenga ocasión de saber que el nombre epilobiun (sobre lóbulos, en latín) lo utilizó J.J.Dillenius para señalar esta flor vistosa sobre la que se abre la silicua que guarda las semillas. Es dudoso que los bichitos disfruten de los gustos estéticos de este botánico, pero parece que también les resultan atractivos varios elementos de la flor.
Silicua y semillas. Epilobium tetragonum












El paseante, claro está, nada de esto sabe cuando se aplica a observar los tallos con sección cuadrada (tetragonum). Piensa que conviene guardar imágenes de las silicuas y de las semillas de aspecto sedoso, que no duda echarán a volar en cuanto alguna ráfaga de viento se oiga entre los carrizos. Luego se enterará de que el ligero aspecto rizado ha servido para llamarla “rizos de dama” y para distinguirla de otra especie con rizos mucho más recurvados, que recuerda haber visto por El Roncal.
Epilobium tetragonum











Bien, había encontrado otra especie que añadir al catálogo de plantas avistadas. Así que ya tenía hecho el día. Salió al camino y deambuló un rato por la orilla del Aragón. 
Unos días más tarde, andando por el camino de La Sarda, volvió a verla al cruzar el barranco de Ualter, también en la zona herbosa cerca de los carrizos. Allí estaba. Los herbicidas no habían conseguido hacerla desaparecer y no sería necesario, por el momento, ir a verla como adorno de jardines

    


  

Es entretenido pasear, atento al encanto de las flores, 
con una cámara que ayude a la memoria
 
Epilobium tetragonum

4 comentarios:

  1. como siempre muy interesante y entretenido
    zorionak

    ResponderEliminar
  2. Gracias por el paseo en "diferido". Como si fuera ahora mismo.

    ResponderEliminar
  3. Se nota que el que escribe lo siente de verdad!! Lo vive!!! Disfruta!! muy interesante!!!!!

    ResponderEliminar
  4. Que bien compartes tus paseos con tus amigos: haces que los que trabajamos deseemos caminar contigo cuanto antes.������

    ResponderEliminar