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viernes, 4 de marzo de 2016

CERASTIUM PUMILUM

Cuando inculto es abundancia, diversidad, multiplicidad 
y opuesto a ajardinado o cultivado     
Cerastium pumilum
Cerastium pumilum





Más de una vez me ha ocurrido acercarme a una planta por ver en ella una flor vistosa y darme cuenta que a su alrededor crecían otras con flores diminutas, que no había percibido a primera vista. Una vez que te agachas y te acercas al suelo, uno desatiende la primera, ya le llegará su turno, y se interesa por la segunda, que le resulta más sorprendente, si cabe, sólo por el hecho de haber pasado desapercibida en un primer momento. A la sorpresa inicial, se puede añadir la de verlas tan numerosas que aparecen hasta debajo de las zapatillas. 
¿Y dónde piso?


Cerastium pumilum









Esta abundancia, dentro de una mezcla desordenada de vegetación, la puedo avistar en los baldíos que por aquí y por allí aparecen como resultado de que campos o viñas han quedado incultos. La variedad de vegetación me permite mariposear toda una tarde en un espacio reducido y olvidarme del recorrido que me había propuesto; el atractivo es absorbente y ya habrá ocasión de alargar el paso. Esto me ha ocurrido, por ejemplo, cuando he cruzado la rotonda de la gasolinera y he subido por el camino de El Otro Lado. Este topónimo recuerda que en otra época había que utilizar el pontón o la barca para salvar el Irati y llegar a esos campos; hecho que pervive en apodos familiares como: el pontonero o el barquero.
Cerastium pumilum











Pues bien, en uno de esos terrenos abunda esta plantita enana (pumilum) que tiene el nombre genérico de cerastium, que si en griego la ce la pronuncio como que, me puede recordar a la palabra queratina, el componente del cuerno. Ahora bien, ¿qué cuernos tendrá que ver esta plantita con la forma o la dureza del cuerno? ¿O será el cuerno de la abundancia? 
Se lo tendría que poder preguntar al botánico que se lo puso, pero ya es un poco tarde.

Cerastium pumilum














A ver si no: el británico William Curtis, a quien se atribuye la denominación, vivió en el siglo XVIII. Como boticario, era aficionado al estu-dio de las plantas y estos cerastium abundaban en Inglaterra algo más que ahora. Su nombra-día entre los botánicos la tiene bien merecida, ya que en 1787 inició la publicación de una re-vista ilustrada sobre botánica ¡que hoy día si-gue publicándose!: The Botanical Magazine. Tiene una periodicidad cuatrimestral y en el último número de noviembre, se presentan artículos y dibujos coloreados de glicinias; quizás, como preparación al año de las legumi-nosas. 
Cerastium pumilum










Desde luego no es una flor llamativa, colorista; pero una vez perdidos los pétalos blancos, queda el saquete de las semillas, translúcido, apergaminado, terminado en una corona de dientecillos, que hacen inconfundible a este género de plantas. También lo es por los numerosos pelillos glandulosos que cubren la planta y le dan un tacto pegajoso. Todo servirá para fecundarla, cuando los abejorros, habituales polinizadores, se acerquen a libar el néctar sobre la corola. 
Así es como en estos terrenos llecos, aparentemente infecundos, la vida se manifiesta abundante y versátil.






Si es delicioso hojear esta tarde lluviosa un libro con acuarelas de flores, 
¡que no será detenerse ante el original!

Cerastium pumilum

2 comentarios:

  1. Muy interesante introducir comentarios sobre el origen de apodos familiares del pueblo. Cada día más original

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  2. Un placer leerte, José Ramón, además de muy pedagógico, vaya unas historias que te traes tan novelescas...

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