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sábado, 21 de febrero de 2015

RANUNCULUS BULBOSUS

Renacuajos que son flores o botones dorados para la piel de mendigos

Ranunculus bulbosus
Ranunculus bulbosus


Con la primavera avanzada, es frecuente ver por variados lugares de los alrededores unas llamativas flores de un color amarillo intenso. 
Si trato de seguir en Yesa el sendero que me dirige hacia el Puente de los Roncales, me pararé a tomarles fotos. Cuando el Uno de Mayo vayamos en romería a la ermita de San Juan en La Granja, podré verlos en la bajada al Aragón. En otras fechas, avanzando el mes, estarán relucientes ante la Fuente de Liscar, junto a la cantera o las veré en el borde de los campos de El Saso o en el camino alto de La Sarda junto a enebros.
Ranunculus bulbosus






Estos cinco pétalos de un amarillo luminoso forman una flor que recibe un nombre refulgente: botón de oro, urrebotoia. 
Este apelativo resulta polisémico y por ello equívoco, puesto que se aplica a plantas bien diferentes, pero que todas tienen flores de pétalos amarillos brillantes. Esta ambigüedad trató de evitar Carl Linæus en su obra Species Plantarum, publicada en 1753, en donde empleó con rigor la nomenclatura dicotómica, dos palabras latinas, para designar cada planta.


Ranunculus bulbosus



La nomenclatura dicotómica ya era usada con anterioridad, como se aprecia en la versión del Dioscórides de Andrés Laguna de mediados del S. XVI. Aunque con el ranunculus lo tuvo difícil, ya que a sus cinco especies las distinguió poniéndoles números ordinales. Los nombres suelen ser palabras latinas, aunque resulten con frecuencia ser traducción del griego, como ocurre con el ranunculus, que viene a ser ranita o renacuajo, según los gustos. El porqué a esta planta de flores doradas los griegos llamaban βάτραχiοv, batracio o rana, es algo que ni Iker Jiménez nos lo puede desvelar.
    
Dioscorides - Materia Médica - Andrés Laguna

      






Ranunculus bulbosus






Lo que sí nos desvela Andrés Laguna es que es una planta corrosiva, sobre todo la quinta especie, que tiene la raíz en forma de nuez, esa nuez que debe de ser el bulbo de el bulbosus. 
Este poder corrosivo usado en emplastos tenía múltiples aplicaciones curativas: “arrancan uñas corruptas, castran la sarna, derriban las verrugas, sanan las alopecias, quitan el dolor de muelas”.  Hoy se conoce que el elemento activo es el glucósico ranunculina, que se hidroliza y se trasforma en un aceite altamente urticante.
Ranunculus bulbosus




Esta propiedad urticante, según anotó Laguna de su cosecha, era empleada por los mendigos de su época para “hazerse llagas, para conmover mas los animos, y con esta industria coger mas limosna”. 
Así es como El callejón de los Milagros de El Cairo, con su especialista en el oficio de producir heridas a mendicantes, debió de prolongarse en una amplia avenida por el imperio en el que no se ponía el sol y donde el oro brillaba en los botones y los retablos a orillas del Tormes.



     

Pronto vuelveremos a ver estos botones dorados, pero por senderos menos rutilantes que los imperiales
   
Ranunculus bulbosus

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