Un trasluz
de sorpresas vegetales
Bupleurum baldense |
Bupleurum baldense |
Ocurre,
más bien en verano, que uno se encuentra a pleno sol con una planta
esquelética, que extiende sus ramas como pidiendo alivio del calor ineludible,
que crece en pleno camino descarnado y pedregoso, que parece esconder un
ramillete de florecitas amarillas entre brácteas apergaminadas, que… En fin,
que uno se ve obligado a dedicarle un rato, inclinarse para verla mejor al
trasluz y, ya puesto, recordar otras de aspecto similar, avistadas en un baldío
herboso de Yesa.
Me
encontré, pues, con esta planta en un sendero agostado, andando por el alto de
Javier. Era un día caluroso, sí, como otros de primeros de julio de cualquier
año.
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Y así
inclinado, discurría que, si los árboles no dejan ver el bosque, el bosque, a
su vez, no deja ver el suelo. Pero, como aquí estaba en el claro de un camino, tenía
ocasión de llegar a ver el suelo, con sus arcillas y gravas de arenisca, donde había brotado esta escuálida plantita. Esas areniscas eran las mismas de las
murallas del castillo de Javier y que antes defendieron el castro que
se anuncia en los mapas Michelin, situado en este alto.
Se anuncia… aunque es
inútil buscarlo: los madereros han arrasado el lugar para poner pinos,
clarearlos y cortarlos. Quedan, pues, estas gravas arenosas como testigos de la
impunidad de la civilización incivil que arranca las raíces de su historia.
Bupleurum baldense |
- ¡Hala!,
deja ese tema y vuelve al suelo, que enfadarse perjudica seriamente la salud,
que la necesitas para lo que sigue.
Este
suelo, hostil a la vegetación en su aspecto actual, corresponde al tipo
Bupleuro baldensis-Arienarietum ciliaris 6220* 52204D, o dicho de otro modo,
son pastizales terofíticos de suelos crioturbados (uno de los tres subtipos de
pastizales xerófilos anuales calcícolas) 4.1.1.1, (Manual de hábitats
de Navarra, pág. 234).
- ¡¿Cómo?!
Me lo repita, porfa.
- ...
- Así
que, ¿semejante caminacho se explica con tan enigmática jerigonza en el argot
botánico? ¡Vaya, vaya!
Bupleurum baldense |
Veamos.
Los ejemplares de Yesa sí que estaban en un herbazal (pastizal) soleado
(xerófilo) en suelo calizo (calcícola). El de Javier, por su parte, ha crecido
en suelo alterado (turbado) por la actividad humana desde tiempos antiguos y por
el frío (crioturbado). Ambos lugares entran, por tanto, en la categoría de
pastizales terofíticos, entendiendo que son terrenos privados
de su vegetación natural para convertirlos en campos de cultivo o caminos,
luego abandonados y ocupados por plantas anuales, como éstas bupleurum.
Bien, así está más claro, y queda claro que estas plantas no hacen ascos a la acidez de suelo: cualquier tipo de suelo, calizo o silíceo, les sirve.
Bupleurum baldense |
Esta
diversidad de suelos y plantas les conviene, entre otros insectos, a las mariposas. En estos terrenos caldeados, es donde
encuentran plantas, como el bupleurum, en las que libar el alimento que les de
la energía que precisen para su reproducción durante la estación canicular. Es
cierto, también, que otros seres vivos de mayor tamaño se benefician del
alimento conseguido con las plantas de este tipo de hátitats y que, a su vez, terminarán siendo
nuestro alimento en forma de quesos y chuletillas al sarmiento.
Si a estos deleites
unimos saber que el bupleurum posee el flavonoide rutina, con efectos
antiinflamatorios y analgésicos, sólo me queda esperar un verano saludable y placentero,
rodeado de mariposas.
Pastizales…, o cómo pasta y pasto son más que una diferencia
de género
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