Una fémina rocosa, que el feminismo no es flor de un día
Anagallis foemina |
Anagallis foemina |
“Había en el escaparate
unos grandes jarrones llenos de ramas de magnolias, de cactos y unos búcaros
labrados donde estaban las orquídeas metidas en agua. ¿Era aquello un consuelo?
No, nada de eso; la dulce belleza de aquellas flores no le causaba ningún consuelo.
La Grusinskaia tenía frío en las manos…” Vicki Baum,
La Grusinskaia, diva de la
danza, esa noche no habría recurrido al veronal, de haber salido por la tarde a
deleitarse viendo estas florecillas de color azul intenso por los alrededores
del Berlín de entre guerras, digo.
Anagallis foemina |
La gran diva, desgraciadamente,
tampoco llegaría a cumplir su deseo de ir a Londres con su amante. Vicki Baum le
frustró esa ardorosa escapada que le habría permitido admirar felizmente
acompañada el Jardín
de los Boticarios. Este jardín situado en el lujoso barrio
londinense de Chelsea fue cuidado y desarrollado durante casi cincuenta años
por Philip Miller
(1691-1771), quien dio a esta planta el nombre botánico con el que hoy se la
conoce: Anagallis foemina. Está bien recordarlo y recordar a una perspicaz
escritora en el Día Internacional de la Mujer.
Anagallis foemina |
Philip Miller utilizó el
nombre que, siglos antes, Dioscórides daba a una planta empleada para ahuyentar
la tristeza.
Anagallis venía ser en lengua griega como la planta de los nuevos deleites, la
que se empleaba para animar y estimular. ¡Qué bien le habría venido esa noche a
la diva Grusinskaia!
Pero, no sé… si la transmisión es fidedigna, después de
tantos siglos y transcriptores. Son muy a tener en cuenta los reparos puestos a
su empleo medicinal por Peris
& alt. en su tratado de Plantas Medicinales (pág. 500), conocida la toxicidad de
sus principios activos.
Anagallis foemina |
Entre los principios
activos conocidos están un anagallósido, que daña al riñón y las saponinas de las semillas,
que ni los pájaros las tocan por temor a un lavado intestinal nada agradable. Las
raíces se protegen con otra saponina, la ciclamina, que deja pocas
ganas de usarla como condimento en ensaladas. Las cederé, pues, a los jabalíes
y demás puercos, a quienes los ciclámenes les saben a pan, Wikipedia dixit.
- Pero, vamos a ver, ¿no
estamos en Navarra? ¿y quién dijo miedo?, si se usa hasta en Uzbekistan.
Anagallis foemina |
También en Navarra hay constancia de su uso popular como remedio para las heridas con bajas concentraciones
de los principios activos, reconociendo ahora su valor antibacteriano y
antiinflamatorio por su acción antioxidante.
La farmacopea actual ha encontrado estas propiedades útiles para el
tratamiento de dolencias de la piel, como la candidiasis.
Los más osados, ¡pobricos!, llegaban
a emplear las anagallis para el tratamiento de heridas internas. Y justamente,
la toxicidad
de las anagallis ha llevado a investigar sus efectos sobre el desarrollo de
carcinomas para tratar de limitarlos.
Una deliciosa escritora, una
flor delicada en terrenos ásperos y una fecha para celebrar
Anagallis foemina |
He vuelto a releer y a revisualizar la belleza de tan delicada planta. Por una parte, es de admirar el encanto de ese microcosmos que se esconde bajo nuestros pies y no nos enteramos ... ¡Conocer para admirar y proteger! Por otra, me gusta mucha el estilo del texto: es un estilo ágil, simpático y, además, erudito, que me gusta particularmente. Así, de la botánica a la belleza plástica, a la literatura, luego a la química, vuelta a la efemérides y, finalmente, a la excursión por el campo, en paz. ¿Todavía quedan flores José Ramón? Estamos esperando la siguiente ...
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