La biznaga,
mucho más que una planta de cine
Ammi visnaga |
Ammi visnaga |
Fue a finales de
agosto cuando la encontré al dar una vuelta por La Val de Rocaforte para ver
las últimas flores del verano. Vi que en una rastrojera había cantidad de
biznagas entre las cañitas, como sombrillas esparcidas. Parecería que,
aprovechado la siega, las hubieran sembrado como cultivo alternativo.
Después las he vuelto a ver así de abundantes en varios rastrojos y faitíos del pueblo.
Después las he vuelto a ver así de abundantes en varios rastrojos y faitíos del pueblo.
Ammi visnaga |
La biznaga tiene
en botánica el nombre genérico de Ammi.
Dioscórides (médico griego S I) daba este
nombre a unas semillas más diminutas que las del comino, sin que sepamos con
certeza hoy en día a qué especie se refería. Olvidando la incertidumbre de su identificación, hay quien cree que se menciona en el Papiro de Ebers o en el Ayurveda de la medicina india. Y Fue Carl Linneo (1707-1778) quien
recogió la palabra latina y la aplicó a este género de umbelíferas; no iba
dejar desaprovechada y sin empleo una palabra con tan distinguido origen.
Ammi visnaga |
Bajo
nombres diversos, la biznaga ha concitado el interés médico a lo largo del tiempo. Hay
constancia de que la farmacopea
tradicional la ha empleado para el tratamiento de dolencias muy diversas:
cólicos nefríticos, asma, angina de pecho, infarto cerebral o esterilidad. No
debieron andar muy descaminados aquellos boticarios cuando la farmacia moderna
emplea los componentes químicos de la biznaga para tratar algunas dolencias con fármacos de eficacia contrastada . De esos componentes,
se han investigado los fitosteroles, cumarinas, flavonoides o furocromonas; lo que
da idea de su variedad y de sus múltiples propiedades.
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Desde otro punto
de vista, veo que la biznaga ha llegado a ser el símbolo de Málaga , y por eso su festival de cine premia a los concursantes con biznagas. Hay
que aclarar que las biznagas malagueñas son un ramillete de jazmines insertos
en los radios de la biznaga desecada. Los biznagueros animan las tardes
malagueñas con la gracia y fragancia de su trabajo floral y los
visitantes tenemos el recuerdo de un agradable anochecer mediterráneo.
Florecer entre
rastrojos, pasar por las probetas del laboratorio o ser un trofeo glamuroso:
las caras de una modesta planta llamada a ocultarse al paso del brabán en
otoño.
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