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domingo, 2 de diciembre de 2012

ARBUTUS UNEDO

El oso, el madroño... y las cabras de Murillo

Arbutus unedo
Arbutus unedo


Mi amigo Murillo me preguntó en agosto si había sacado fotos a los "modrollos".
- ¿Modrollos?
- Sí, hombre, que son rojos y les cuelgan las flores como lamparitas.
- ¿...? ¡Ah! ¿No serán los madroños? 
- Pues, aquí son modrollos y el arbusto, modrollera.


Arbutus unedo



Entonces, riéndose me contó que en el pueblo antes había cabrero, que recogía las cabras por las casas, y que había veces que alguna volvía del campo con los morros rojos y dando tumbos, como cayéndose. Cuando esto sucedía, era porque habían pasado por alguna modrollera y en la casa se podían preparar para una noche animada.
Arbutus unedo






Ocurre que pasa casi un año entre que florecen las modrolleras y que maduran sus frutos berrugosos. En otoño, cuando se abren las flores, las bayas van cambiando de color y poniendose rojizas. Al mismo tiempo, se cargan de azúcares que terminan por fermentar y convertirse en alcohol.
Arbutus unedo






Estos arbustos (arbutus, latín; gurbitza, euskara) hoy son muy pocos en el pueblo. 
Plinio les dió el nombre que ahora tiene la especie, unun edo, me como uno; quizás por lo del dolor de cabeza subsiguiente.
Está visto que lo fermentado es del gusto de las cabras y... de otros mamíferos. 




¡Y hay quién se extraña de ver en el escudo de Madrid un madroño y un oso, buscando ya sabemos qué entre sus hojas!  
Un feliz emparejamiento de algún sutil humorista medieval.

Arbutus unedo

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