Un arbusto oloroso para tiempos pestíferos
Viburnum tinus Duraznillo |
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Casi al principio de la primavera del año
antes dicho empezó horriblemente y en asombrosa manera a mostrar sus dolorosos
efectos.”
Giovanni
Boccaccio. El Decamerón: Introducción.
Calcadito, ¡vamos!
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El
remedio fue y es evitar la pestilencia: no pisar la calle, como hicieron los
diez personajes del monumental texto, que ahora tendré tiempo, ¡ojalá no
suficiente!, de leer a sorbitos.
Me gustaría, sin embargo, acercarme hoy al
seto de duraznillos próximo al Hostal para percibir la fragancia de sus flores, que me haga olvidar la pestilencia de los wasaps, infectos, éstos sí, por el coronavirus
de marras. Pero la indicación es tajante: reclusión es igual a salud.
¡Lástima
que los setos de duraznillos no sean una barrera europea para detener al
fatídico virus, pese a tener fuertes hojas verdes durante todo el año y flores
olorosas en primavera!
Viburnum tinus Duraznillo |
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¡Cómon no! El duraznillo ha tenido una larga trayectoria en el tratamiento de diversas dolencias. Las hojas, por ser amargo tónicas, se empleaban para las aliviar las digestiones y, en infusiones muy diluidas, como febrífugas. Los frutos morados resultaban, según unos, un purgante fulminante y, según otros, útiles para cortar las diarreas. La corteza interna servía ¡en veterinaria popular! para aliviar partos dolorosos y ¡en mujeres!, para cortar hemorragias uterinas.
¡Qué barbaridad! Arreglaban una víscera y de paso se iban al otro barrio.
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Ahora
se sabe que todos estos efectos, incluido la producción de sarpullidos y ampollas,
se deben a varios de sus componentes: el escopoletol, el viopudial o la viburnina, que han sido analizados por
la farmacopea moderna y se han de administrar separadamente y de manera
rigurosa por su grave toxicidad. Me extraña pues, o quizá se me ha pasado por alto, que el duraznillo no se empleara como veneno en algún relato
de Sherlock Holmes o del inspector Poirot.
Un
uso, al contrario, inocente y decorativo (jardinería aparte) es el de los ebanistas,
¿queda alguno?, que lo emplean en labores de taracea.
Me da que este año no llegaré a disfrutar de esta fragancia sino es por teleolfato
Viburnum tinus Duraznillo |
muy acertado. Salud, Ana
ResponderEliminarEl trabajo sobre Viburnum tinus Duraznillo, otro digno de encomio.
ResponderEliminarTengo algunas preguntas, cuyas respuestas se vislumbran, pero sin certeza, para entender y comprender, más y mejor la descripción y comentarios de esta página, que repito es un estímulo más, para aprender de nuestra naturaleza, muy olvidada. Estas son:
• El motivo de la frase: Un arbusto oloroso para tiempos pestíferos.
• La alusión a la “mortífera pestilencia de mil trescientos cuarenta y ocho”.
• A qué se refiere: ¡Qué barbaridad! Arreglaban una víscera y de paso se iban al otro barrio.
Respecto, “Me da que este año no llegaré a disfrutar de esta fragancia sino es por teleolfato”. Estimo que se llegará a observarla y olerla realmente, pues los malos augurios y tristemente reales, parecen ser temporales y por ello, saldremos de esta temporalidad irritante.
Esta temporalidad irritante, este compás obligado, facilitará la reflexión, que sacará a la luz muchas cosas útiles para la humanidad, aunque será difícil tener información y conocimiento de todas. Además puedes consumir tiempo, en algo que se debía haber hecho y no se hizo en su justo momento.
¡Ánimo y palante!
Acabo de leerlo, pero no está mal decirte de nuevo Palante
ResponderEliminarEn estos días de confinamiento también hay tiempo para las alegrías: encontrar tu blog, que me ha encantado por su contenido, tan próximo a mis gustos, y por su tono. Me he hecho seguidor de inmediato para poder seguir disfrutando. Un saludo
ResponderEliminarAgradezco cordialmente vuestros comentarios, Ana y Joaquín.
ResponderEliminarPaco, te llamaré a media mañana. Tus dudas también te las puede resolver Mari Ángeles, sin ninguna duda. Ja, Ja.
Interesante, como siempre.
ResponderEliminarNada de pesimismo Joserra. Un abrazo