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jueves, 9 de julio de 2020

GALIUM ROTUNDIFOLIUM


No más que puntitos blancos en la penumbra del bosque
    
Galium rotundifolium
Galium rotundifolium
La mañana del domingo pasado se anunciaba fresca y soleada; ideal para andar por la sierra con Ana y Javier. Y así nos resultó. 
El sendero, que se desdibujaba en el pinar entre el Paso de la Cerrada y el Paso Ancho, nos permitía también contemplar el “Mar del Pirineo” desde puntos despejados y asomarnos a los pasos, en otro tiempo practicables. Bajo los pinos royos (silvestres), el bojedal se presentaba intrincado y nos hacía andar zigzagueando. Este nos dio ocasión de fijarnos en estas plantitas difusas, que asomaban entre las piñas y las acículas de los pinos, la seroja, las zarzamoras y las violetas. 



Galium rotundifolium
Esta parte del cresterío es un hábitat umbrío, con suelo arenoso predominantemente, donde se mezclan hayas, robles y abundantes pinos silvestres. Este enmarañado boscaje consigue proteger de la erosión a las areniscas y nos obliga a andar guardando la distancia de seguridad para evitar las ramas. A ver si de esta forma el impresionante Paso del Oso queda como atractivo erosivo único para asombro de paseantes esforzados. En este sotobosque, notoriamente sombrío aún en julio, es donde aparecen estas galium. Se trata de un subtipo de hábitat vegetal de nombre Galio rotundifolii-fagetum facies de Pinus sylvestris y número 81E020a, según el Manual de hábitats, que da idea de la particularidad de esta plantita.

Galium rotundifolium


Las galium de hojas redondeadas (rotundifolium) tienen una amplia difusión por Europa , aunque se deja ver puntualmente en otras partes: India, Java, México o Arizona. No es de extrañar, pues, que Linneo incluyera esta planta en su obra Species plantarum, publicación de 1753 con la que estableció la nomenclatura botánica moderna. La describe diciendo que tienen cuatro hojas por verticilo, de forma ovalada, con cilios y semillas rojas pelosas y dobles. La cita como planta alpina, localizada entonces en los Alpes de Estiria. Linneo la incluyó entre las galium de frutos híspidos: los curiosos tricomas uncinados (pelos con forma de garfio) que aseguran la difusión de las semillas mediante el pelaje de los animales del bosque, mientras se extiende en el propio lugar mediante estolones.
Galium rotundifolium




Y hablando de nomenclatura, me entero de que palabra galium es de origen griego y que no se refiere a los galos de Asterix y Obelix, sino a la leche. Dioscórides ya daba este nombre a otras plantas de este género, porque se empleaban para cuajar la leche. Desconozco si los pastores de Leyre usaron esta planta en la elaboración de quesos; pero quién sabe si, pese a su pequeño tamaño, las emplearon, incluso, como alimento; dado el conocimiento que en el medio rural tenían de la riqueza nutritiva y medicinal de las plantas silvestres. 




Galium rotundifolium
Aún hoy en día, en el Alto Çoruh turco, se consumen en crudo tanto hojas como raíces. Según un estudio comparativo de la Universidad Atatürk de Erzurun, esta planta resulta mucho más nutritiva en proteínas vegetales y oligoelementos minerales que plantas comercializadas, como son las lechugas, espinacas, perejil o repollos.
¡Y qué puedo decir de sus aplicaciones medicinales! En el Diccionario mundial de plantas medicinales y venenosas (pág.1798), constatan su uso en India, Vietnam y Borneo, como diurético, antiséptico y sedativo para el tratamiento de enfermedades de la piel, erupciones cutáneas, histeria y epilepsia.
¡Buah, y por aquí sin saberlo ni las farmacéuticas! 

¡Cuidado con lo que piso, andando por la espesura de la sierra!
    
Galium rotundifolium

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