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lunes, 19 de octubre de 2020

HELICHRYSUM STOECHAS

 Siemprevivas asoleadas y aromáticas esparcidas por nuestras laderas  

Helichrysum stoechas   Siempreviva

Helichrysum stoechas   Siempreviva
¡Quién me lo iba de decir! Tener que ver estas luminosas siemprevivas sentadas en el banquillo de los acusados por contribuir a la contaminación atmosférica, nada menos que ¡por la difusión de sus componentes volátiles! Sin duda, estamos en tiempos confusos. ¡Pobres siemprevivas!, si no hacen sino respirar y protegerse, como cualquier bicho viviente. Y hablando de bichos…, recuerdo que antes se habían sentado ahí como acusadas las pacíficas vacas. Sospecho… que les debió de quedar estrecho el dichoso banquillo y que serían expulsadas por mugir desesperadamente. ¡Ay!, vuelvo a las siemprevivas Helychrisum (sol dorado) stoechas (alineado); esto último no sé muy bien a santo de qué, pues es una mata más amiga de círculos que de líneas.

Helichrysum stoechas   Siempreviva
De la incriminación por contaminación tuve noticia cuando mi amigo Bernardo me obsequió con un ejemplar monográfico de la revista Investigación y ciencia titulado: “La compleja vida de las plantas”. En el detallado y documentado artículo “Los terpenos de las plantas. Repercusiones en el ecosistema forestal y la atmósfera”, E. Ormeño y C. Fernández (dos investigadoras ecólogas, emigradas como tantas otras científicas) es donde salen a relucir, negro sobre blanco, estas siemprevivas por difundir terpenos. Los terpenos son las sustancias que hacen que las plantas sean fragantes y medicinales y que abundan en las hojas de las simprevivas, aunque no sólo. ¡Qué culpa tendrán por producir terpenos, que a los humanos nos vienen divinamente para perfumarnos, curarnos o alegrar los alimentos! 

Helichrysum stoechas   Siempreviva
¡Ay, los terpenos! Cierto; no se mencionaban en mis libros de química de bachiller, pese a que ya hacía más de medio siglo que a Otto Wallach le habían dado el nobel de química (1910) por identificar y separar los primeros terpenos. Por aquellas fechas, ahora hace más de un siglo, ya se habían identificado más de un centenar de los componentes de los llamados aceites esenciales y, a fecha de hoy, se contabilizan más de 15.000 compuestos. Con tal cantidad, es interminable el trabajo para saber sus aplicaciones en farmacia, perfumería y cocina. Esta multitud de componentes ha llevado a cambiar la dirección de las investigaciones farmacológicas: Se invierte el punto de partida: se parte de medir el efecto de los tratamientos tradicionales para conocer su efectividad poblacional, dada la diversidad de componentes de cualquier planta administrada.

Helichrysum stoechas   Siempreviva
Estas siemprevivas, abundantes en el occidente europeo y frecuentes en tomillares, romerales y aliagares de buena parte de la Navarra mediterránea, la tenemos por nuestras laderas de Laiaceta y el Castellón. Los aires saludables que soplan por esos terrenos me llevan a creer que todavía es una contaminación que nos podemos permitir, sabiendo que nos precedió siglos y siglos y no impidió la aparición del sapiens. De hecho, pasan tan desapercibidas que no tengo noticia de que los efectos medicinales de los terpenos de estas siemprevivas hayan interesado aún a mis convecinos para recolectarlas. No quisiera que dar a conocer la capacidad antimicrobiana de los aceites esenciales extraídos de estas siemprevivas llame la atención hacia ellas y así, sin pretenderlo, contribuya uno a que sean esquilmadas. 

Helichrysum stoechas   Siempreviva
La producción de aceites esenciales y elementos volátiles es costosa para las plantas y se explica por la necesidad de cumplir varias funciones asociadas a la supervivencia. Los aromas, que son más intensos en tiempo de floración, resultan atractivos para ciertos insectos que colaboran en la fecundación cruzada. Así mismo, mediante estos componentes se regula el exceso de luz o la sequedad ambiental. Y claro, estas siemprevivas ya se habían cuidado de no ser devoradas por los depredadores herbívoros, ovejas y cabras, mediante la toxicidad de los terpenos de sus hojas. ¿Cuánto tiempo les costará desarrollar algún mecanismo para defenderse de los humanos, de quienes nos las llevamos para hacer con ellas adornos florales?     

Helichrysum stoechas   Siempreviva

Fragancias y aceites naturales a nuestros pies, en un paseo entre flores y matas

Helichrysum stoechas   Siempreviva

viernes, 2 de octubre de 2020

CALLUNA VULGARIS

Floridas matas enmarañadas sobre suelo playero en lo alto de Leyre  

Calluna vulgaris     Brezo común     Brezina

Calluna vulgaris     Brezo común     Brezina

Andar una tarde de septiembre por lo alto de la sierra de Leyre, es andar por los senderos de arenas finas del Arangoiti (valle alto, en castellano). El tiempo soleado del comienzo del otoño da para imaginar estar pisando una playa con arenas resplandecientes y un fondo de cocoteros de una isla del Pacífico. Bien es cierto que, por estas altas landas de arenas claras, no se divisan chiringuitos con daiquiris, sino majadas derruidas y que me muevo entre brezos floridos (callunas o brecinas) y no entre cocoteros. 
¡Bah, que no es para tanto! No son sino unas ligeras diferencias: me veo obligado a dar tientos frecuentes al agua de la cantimplora y me permito pasear durante horas sin cruzarme con nadie. 

Calluna vulgaris     Brezo común     Brezina

Así y todo, no me hubiera importado cruzarme con el inglés Richard Anthony Salisbury (1761-1829) para, sujetando con firmeza la cantimplora, preguntarle qué le llevó a inventar el nombre Calluna (limpiar, embellecer, a escobazos, pero dicho en griego) para esta especie de brezo, que Linneo había llamado Erica. Me hubiera respondido, quizá, que había observado que las corolas de estas flores no tienen aspecto de tulipa luminosa, como la generalidad de los brezos (erica). Además, lo que parecen pétalos son en realidad sépalos de color entre lila y rosado. Estos atractivos sépalos enmascaran la corola, también petaloide, sin forma de tulipa; por lo que era razonable distinguirlos con otro nombre genérico.  

Calluna vulgaris     Brezo común     Brezina

Tras oírle esta cabal explicación, me resultaría difícil creer que persona tan razonable hubiera pasado gran parte de su vida entre desfalcos, timos y demás delitos contra la propiedad ajena, bajo nombre ficticio, incluso; de ahí el cuidado que yo tendría con mi cantimplora. 
Otra inglesa, con vida no menos azarosa (reflejada también en su nombre), fue Agatha Christie, escritora de intrigantes narraciones. Christie ponía nombres significativos a sus personajes literarios, que nos pasan desapercibidos en las ediciones castellanas. En su relato “El espejo se rajó de parte a parte”, a la víctima occisa le puso por nombre Heather Badcock, que suena muy inglés, pero que traducido es… Brezo Malapolla.¡Buah! ¿No estaría bien que nos tradujesen también los nombres? En este caso, si el nombre hubiera sido traducido como Brecina Desventurada (Erica la Malafortunada), entenderíamos mejor el fino y corrosivo humor inglés.  

Calluna vulgaris     Brezo común     Brezina

Salisbury y Christie, que eran ingleses, conocerían el aprecio que sus vecinos escoceses tenían a este brezo. Para los escoceses es el símbolo floral del país y sus poetas se extasían viendo sus colinas coloreadas con el púrpura de sus flores. No faltará, ¡cómo no!, británico malicioso que suponga que unas jarras de cerveza aderezadas con estos brezos, pueden ayudar a quedar embelesado contemplando estos delicados colores. 
Para nosotros, este brezo común (brezina), que se extiende por todo el occidente europeo, puede servirnos para suavizar y endulzar estos tiempos conflictivos con la fragante miel de brezo, por ser planta especialmente atractiva para la abejas. Esta miel de tono rojizo se queda endurecida, gelificada, en los panales y los apicultores la licúan para su extracción mediante el movimiento producido por rodillos espinosos.

                                                     Calluna vulgaris     Brezo común     Brezina

Si además hacemos caso a los entusiastas de la medicina popular, las infusiones y decoctos de las flores de este brezo resultan ser antisépticas, diuréticas y sedativas. Los numerosos principios activos que la moderna farmacopea ha encontrado en la brezina son la explicación de esas propiedades curativas: taninos, hidroquinona, flavonoides (kemferol, taxifolina, quercitróxido, miricitróxido), el alcaloide ericodina, el triterpeno ácido ursólico, etc. ¡Lo que hubiera agradecido Ágata Christie a Peris & Co poder disponer de los nombres de todos estos elementos para incluirlos en sus relatos! Pues bien, han sido los veterinarios quienes han resuelto el misterioso caso de las cabras sin enfermedades intestinales al tener noticia del efecto destructivo que sobre los gusanos planos tienen los componentes bioquímicos de las brecinas consumidas por el ganado caprino.

   Calluna vulgaris     Brezo común     Brezina

   Desde la altura de las arenas de los caminos, 
las brecinas cumplen la función de limpieza por fuera y por dentro

Calluna vulgaris     Brezo común     Brezina