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viernes, 21 de enero de 2022

TRIFOLIUM ARVENSE

Trébol campestre      Trifolium arvense
Un trébol más, escondido en las praderas de la sierra

Trébol campestre      Trifolium arvense

        Para hacer una pradera se necesitan
        un trébol y una abeja,
        un trébol y una abeja... y un sueño.
        El sueño sólo servirá
        si las abejas son pocas.
Poema nº 1775 de Emily Dickinson, quien llegó a juntar un herbario con 425 especies de plantas del entorno rural de Massachusetts y citado por Clara Obligado en Todo lo que crece (pág. 16)
    
Trébol campestre      Trifolium arvense    
        Por aquí, en los llanos faitíos o cultivados (arvense), sí que hay varias especies de tréboles, trifolios, pero no praderas. No sé si por exceso de abejas, por escasez de sueños, por ambos o vete a ver porqué. Las praderas están en los rasos altos de la sierra, donde puede uno ir a soñar oteando el Pirineo o el Moncayo. Así pues, para ver estos tréboles, no me queda más remedio que subir a los pastos arenosos de Grúmalo o El Chintolo, si no se los han zampado ya las cabras o las vacas de por allí. 
   
Trébol campestre      Trifolium arvense 
   
        Pues, vayamos a las alturas de la sierra, donde el aire es más saludable. Precisamente, por ahí contamos con un purificador adicional: esta especie de trébol, que resulta altamente eficaz, más que otros tréboles, en la fijación del nitrógeno atmosférico en los nódulos radiculares. Aire saludable, suelo nitrogenado y un dilatado panorama para un deleite tranquilo.
 
Trébol campestre     Trifolium arvense 
        Bueno, lo de tranquilo es... mientras no te encuentres con una manada de vacas, que marcha en busca, quizás, de estos tréboles. Sabido es que la compleja digestión de los rumiantes acaba por producir abundantes gases de efecto invernadero, pero las vacas conocen el remedio: rumiar estos tréboles. Y si lo saben las vacas, los investigadores no van a ser menos. Ya están en los laboratorios produciendo alteraciones en los tréboles más forrajeros con genes de esta especie para reducir los daños atmosféricos, esperando resultados para antes de tres años.

Trébol campestres       Trifolium arvense

        Como tantas otras plantas, éstas también tienen ciertos componentes, los flavonoides, que las hacen de interés para la farmacología científica. Un grupo de ellos son las protoantocianidinas, que en el nombre llevan enmascarada la palabra planta, anto, dicho en griego para que salga una palabra interminable e ininteligible. Se conoce así, que tienen propiedades antibacterianas, útiles en el tratamiento de infecciones urinarias. 

Trébol campestre        Trifolium arvense

Un trébol tan poco vistoso como beneficioso

Trébol campestre                 Trifolium arvense