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viernes, 14 de noviembre de 2025

ACER CAMPESTRE

Arce menor      Acer campestre      Astigarra

Los colores vibrantes y sonoros de los arces en otoño

Arce menor      Acer campestre      Astigarra

    ¡Qué gozada ha sido pasear por los bosques durante este otoño templado, seco y ventoso! En las excursiones por los montes, íbamos pisando la hojarasca multicolor, sacándole sonidos al silencio. Comentábamos el encanto que dan los arces a los bosques en otoño viendo los tonos dorados de sus hojas, sujetas a las ramas o esparcidas por el sendero. Al estar los arces dispersos en el borde de hayales o robledales, sus colores amarillentos los hacen destacar de los otros. Y así mismo, estos arces se hacen ver en las inmediaciones del pueblo entre el arbolado de los sotos del Irati y del Aragón.

Arce menor      Acer campestre      Astigarra

       ¡Ay, los vistosos amarillos de los arces! Este color, que sólo se hace visible cuando el verde de la clorofila deja de producirse y de esta forma deja de estar enmascarado. Esto ocurre cada año en otoño: la clorofila se degrada y persisten otros pigmentos más resistentes a la oxidación como es la xantofila, que da el color amarillo a las hojas de los arces. Estos pigmentos, flavonoides, actúan de protectores de las hojas verdes durante la fotosíntesis frente a las radiaciones ultravioletas. Sin duda, los arces están bien educados: usan protectores solares mientras el sol aprieta.

Arce menor      Acer campestre      Astigarra

    Además de ser atractivos y educados, los arces campestres son polígamos, sin que haya que tomarlo como una excentricidad, sino como una más de las formas que las plantas tienen para asegurarse la reproducción. Así lo tienen declarado Pedro Sánchez Gómez y Jaime Güemes, botánicos y redactores del género Acer en el tratado de Flora Ibérica. En el arce campestre, por tanto, las flores son de tres tipos, aunque de formas aparentemente similares: Unas con estambres fértiles y pistilos infecundos; otras, a la inversa y otras más, con ambos fértiles, hermafroditas.

Arce menor      Acer campestre      Astigarra
    Tantas precauciones reproductivas dan como resultado unas semillas dobles provistas de alas planeadoras extendidas, sámaras, para diversión de los niños al lanzarlas al aire y verlas girar cayendo suavemente. Y claro, estos niños se hacen mayores y se ponen a estudiar la aerodinámica de las semillas voladoras y publican sesudos y costosos estudios que los arces los tienen resueltos sin saber que dos y dos son cuatro. ¡Solo como resultado evolutivo, nada menos! 

Arce menor      Acer campestre      Astigarra
    A la física del movimiento giratorio de las sámaras, hay que añadir la física del movimiento vibratorio sonoro, que se producen cuando una chelista frota el arco contra las cuerdas del chelo, hecho en buena parte con madera de arce. La resonancia de esta vibración en el violonchelo “Feuermann” (1730), construido por Antonio Stradivari y cedido a Camile Thomas por la Nippon Music Foundation, la recordaremos con emoción quienes asistimos al concierto Never Give Up (nunca te rindas) escrito por Fazil Say en 2017 y escuchado en el Kursaal de Donostia esta semana. 
Vibraciones parecidas a las de Say debió de notar Picasso pintando el Guernica.

Arce menor      Acer campestre      Astigarra
Otro año más, el otoño nos ha traído misteriosos colores y sonidos 
y mágicas semillas que voladoras

Arce menor      Acer campestre      Astigarra

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