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miércoles, 21 de agosto de 2024

EUPHRASIA STRICTA

Euphrasia stricta 
Una vuelta por la sierra es garantía de satisfacciones íntimas
 
Euphrasia stricta 
    Al otro lado de la sierra, mirando al norte, el calor del verano se soporta mejor bajo las hayas. Me acompaña Eduardo Galeano, que va en silencio, porque lo tortuoso del camino hace que Las palabras andantes no anden y sigan encerradas en el libro que leeré sentado a la sombra. Yo le hablo de las plantas que veo por la senda, de algunas recuerdo su nombre, en ocasiones las saludo con una foto y puntualmente me detengo a charlar con alguna. Eso es precisamente lo que hago con estas pequeñas eufrasias. ¡Vaya, una mosca de la hierba se me ha adelantado! 
   
Euphrasia stricta 
    Le digo a Eduardo que recuerdo que las palabras tenían casa en El libro de los abrazos. Me recita: “A la casa de las palabras, soñó Helena Villagra, acudían los poetas. Las palabras, guardadas en viejos frascos de cristal, esperaban a los poetas y se les ofrecían, locas de ganas de ser elegidas: ellas rogaban a los poetas que las miraran, que las olieran, que las tocaran, que las lamieran. Los poetas abrían los frascos, probaban palabras con el dedo y entonces se relamían o fruncían la nariz. Los poetas andaban en busca de palabras que no conocían, y también buscaban palabras que conocían y habían perdido.”
 
Euphrasia stricta 
    Las plantas de la sierra no están encerradas en frascos, están al aire libre, ¡sólo faltaba! Y me parece que las flores, como las palabras enfrascadas, ruegan a los paseantes que las miren, las huelan, las toquen, sin que haga falta probarlas. Si los poetas del sueño iban buscando lo desconocido, uno se encuentra cada año con plantas ya conocidas, que renuevan su encanto y sus misteriosas virtudes. Y sí, un cierto deleite es lo que produce ver un año más estas pequeñas eufrasias, que en su nombre griego llevan el sabor de la alegría, del regocijo, del encanto.
    
Euphrasia stricta
    Regocijo es el que debían manifestar las personas con afecciones oculares al notar mejoría en sus dolencias tras los tratamientos que la farmacopea tradicional realizaba con las partes superiores de estas plantas. Y en este caso, algo de verdad debía de haber cuando las virtudes de los principios activos de estas eufrasias son numerosos y de efectos variadísimos, según los doctores Peris, Stübing y Romo de la facultad de farmacia de Valencia y de botánica de Barcelona en su tratado de Plantas medicinales

Euphrasia stricta
    Sólo apunto que sus misteriosas virtudes se deben a los iridioides terpénicos. que tienen efectos antimicrobianos; a los lignanos, que son antiinflamatorios; a la colina que, como nutriente de la vitamina B, regula la memoria y el estado de ánimo; o al ácido pirúvico, clave para el metabolismo de la glucosa. Volviendo a los ojos, el tratamiento de la conjuntivitis y de la blefaritis (inflamación de los bordes de los párpados) tiene un exitoso tratamiento con eufrasias, más aún si son de la especie “stricta”. Así que nada tiene de extraño que en euskera se la llame sendikusa (sanadora de ojos) o begi-belarra (hierba de los ojos).
     
Euphrasia stricta
     
    Otra de sus curiosidades consiste en ser planta hemiparásita, al menos las de por aquí. Es decir, que sólo viven a medias a cuenta gorra de las raíces de otras plantas, por si acaso o para que no se diga. Además, no son exclusivistas al escoger su hospedante. Visitan familias tan diversas como las leguminosas, los llantenes, las compuestas, las gramíneas, helechos, pinos y otras. Las de por aquí han encontrado alojo entre hierbas perennes (Brachipodium pinnatum), que forman macollas, para tener en su proximidad forma tranquila de subsistencia. 
     
Euphrasia stricta
Incisivos son los relatos de Eduardo Galeano que me abren los ojos al encanto floral de la sierra
     
Euphrasia stricta

martes, 21 de mayo de 2024

HELIANTHEMUM OELANDICUM

 Unos soles floridos muy de por aquí con referencias suecas 

Helianthemum oelandicum        Mirasoles 
    
    Tenemos un mes de mayo fresquito y con lluvias frecuentes, que han venido a tiempo para verdecer los sembrados y presentar unas viñas des-pampanantes. Esto no ha impedido que también se cumpla lo de mayo florido y hermoso, con abundante floración por doquier. A esta cita anual no han faltado los mirasoles de la sierra, Helianthemum oelandicum, que están preparados para florecer también en épocas cálidas y en zonas pedregosas con escaso suelo húmedo.
 
Helianthemum oelandicum        Mirasoles
       Estos mirasoles (helios – anthemun), sol florido, me permiten ver en ellos el sol y quedar encantado con su resplandor sin deslumbrarme. Me ilusiona suponer que algo parecido le debió ocurrir al naturalista sueco Karl Linnaeus, cuando admiró estas jarillas amarillas en el alvar de la isla Öland en su visita del año 1742. Esta planta, escasa en Suecia, pero muy abundante en esa isla (unida hoy al continente mediante un puente de seis kilómetros), llevó a Linnaeus a especificarla con el nombre de la isla: Cistus oelandicum.

Helianthemum oelandicum        Mirasoles

    El alvar de la isla Öland, calificado por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad, es el mayor de Europa. Esta isla se elevó sobre el nivel del mar al término de la última glaciación, hace doce mil años, ósea, hace dos telediarios geológicos, como quien dice. Por ello, ha resultado un lugar ideal para estudiar la variación genética que se ha producido en los mirasoles, precisamente, en tan corto período de tiempo, y su reflejo en el aspecto peloso de la planta.

Helianthemum oelandicum        Mirasoles
    Para rematar, a la evolución geológica y genética hay que añadir la nominal. A los años, el suizo Pyrame de Candolle presentó una descripción detallada de estos mirasoles en su taxonomía botánica Flore Française (año 1805) con el nombre Helianthemum, pero conservando el nombre de la isla sueca para denominar la especie. Estudios posteriores han seguido con la distinción de géneros, especies y subespecies, hasta distinguir cinco de estas con el nombre específico oelandicum. Los que veo por aquí son canosos en el envés de las hojas; aunque debe de haberlos no tan canos. Habrá que verlos.
   
Helianthemum oelandicum        Mirasoles
    Esta variabilidad de especies se debe en buena parte a que las flores no se fecundan con el polen de sus mismos estambres. Como tienen el bendito capricho de fecundarse con polen de otros mirasoles necesitan el concurso de avispas (Ceramius tuberculifer). Éstas colaboran tan ricamente alimentándose del polen y sirviéndolo a sus larvas. Es otro caso de sabiduría colaborativa insectos-plantas, cuyo lenguaje para entenderse no conozco que se haya llegado a descifrar.
    
Helianthemum oelandicum        Mirasoles
    Y no podría faltar una mención a los valores medicinales de los mirasoles. El mismo Pyrame de Candolle, doctor en medicina con una tesis sobre los valores medicinales de las plantas, hoy se felicitaría al ver cómo la farmacopea actual sigue sus pasos y estudia los componentes bioquímicos de las plantas que él describió. Entre otros muchos, el estudio publicado por investigadores de la Universidad de Ankara menciona valores antioxidantes, antiinflamatorios y antiglucémicos, que son prometedores para el control de la diabetes. Ya me basta; que no es para mí el listado de estudios al pie del artículo.

Helianthemum oelandicum        Mirasoles
Las vueltas que da la vida... y las que podrá dar mirando al sol
     
Helianthemum oelandicum        Mirasoles

martes, 16 de abril de 2024

SONCHUS OLERACEUS

 
Cerraja     Sonchus oleraceus     Kardabera

Otra mala hierba, que solo tiene de mala figurar en el catálogo de malezas

 
Cerraja     Sonchus oleraceus     Kardabera

    Es lo que pasa con las malezas, que, de tan vistas, ni se les presta la mínima atención al pasar junto a ellas. Y así me ocurre con las cerrajas, las Sonchus oleraceus, que las veo por cunetas, huertas, cascajares o junto a tapias húmedas y no me detengo a tomarles nuevas fotos. Desde luego, que no hago como los insectos, que con gran asiduidad y variedad las visitan, o las gallinas que las picotean, ni mucho menos como los hortelanos que las detestan y las arrean con la azada, ignorando su histórico valor hortícola.


Cerraja     Sonchus oleraceus y Trichodes alvearius      Kardabera     
    No debió de ser así en la antigüedad. La cerraja ya era conocida en las cocinas griegas y romanas como una nutritiva verdura (oleraceus) y así lo recoge Plinio en su Historia naturalis (Lib. 22, 88). En tan alta consideración la tenían que el héroe Teseo se preparó para cumplir el séptimo de sus doce trabajos, capturar al toro de Creta, con una sustanciosa ración de cerrajas, preparadas por Hécale, la maternal anciana. El moderno Teseo, Popeye, se fortalecía, no con cerrajas, sino con espinacas, cuya fama nutritiva se debe a un error en una coma decimal. Este error multiplicó por diez la cantidad de hierro que posee la planta y, como otros de sus componentes inhiben la absorción del hierro, induce a tener anemia
¡Hay que ver lo consigue un comic!

Cerraja     Sonchus oleraceus     Kardabera
    Mientras tanto, alrededor del Mediterráneo se ha mantenido en la cocina y vemos que uno de los componentes del preboggion, plato de la Liguria italiana, es la cerraja. Por aquí, la sección de horticultura de la universidad de Alicante incluye a la cerraja entre las plantas que se consumen en la costa alicantina en ensaladas y como empanadillas, pastissets de brosses, además de en Chipre o Creta. Por mi parte, voy a esperar a que aparezcan a la venta en las verdulerías y, por el momento, dejaré para alimento de los seres que se mueven por el campo sin DNI.

Cerraja     Sonchus oleraceus     Kardabera
    Entre estos seres están varias especies de pulgones, mosquitas y trips, que despliegan ingeniosas formas de la lucha por la vida, sirviéndose unos de otros. Dejemos, pues, que el pulgón Uroleucon sonchi se alimente de cerrajas, porque bien alimentado sirve de nido y alimento a las larvas, entre otras, de la mosquita Aphidoletes aphidimyza y de crisopas. Si los pulgones se ven en el tallo, los trips, según las fases del desarrollo, se enconden entre las flores amarillas o en las hojas, pero terminan por alimentar a los orius, insectos hemípteros. 
Así es de sabrosa la vida, cuando se llama control biológico natural.

Cerraja     Sonchus oleraceus y Episyrphus balteatus     Kardabera
    Todos estos bichitos, por su tamaño, han quedado fuera de mi vista y del objetivo de mi cámara de fotos. Sin embargo, el coleóptero Trichodes alvearius y el díptero Episyrphus balteatus, sin saberlo, han posado para la posteridad, mostrando un aspecto parecido a punzantes avispas. La hembra de ese díptero va dejando entre las flores de las cerrajas huevos que al llegar a larva se zamparán los pulgones que tengan cerca. Todo este proceso de supervivencia, que se desarrolla sobre las cerrajas, hace que se deba considerar a estas malas hierbas como aliadas de los horticultores en el control de plagas, según explica Jairo en un detallado video; sino ¡de qué me iba a enterar de tantos nombres de insectos!

Cerraja     Sonchus oleraceus     Kardabera
    Si esto fuera poco, la consideración de la cerraja como planta medicinal es milenaria. Dioscórides, recogiendo los usos medicinales del siglo I la incluye en su tratado De materia medica. Este tratado fue el vademécum médico durante siglos. Con la imprenta se divulgó y, pronto, médicos como Andrés Laguna y Francisco Suárez Ribera hicieron ediciones con anotaciones propias sobre sus empleos curativos: bajar la temperatura, quebrar piedras renales, entre otros. La farmacopea actual tiene en cuenta los componentes bioquímicos y trata de determinar su aplicación en tratamientos citotóxicos, antiinflamatorios, ansiolíticos o anticancerígenos, como controladores de radicales libres del envejecimiento celular. 
Ante esto sólo digo amén y larga vida a la cerraja.

Cerraja     Sonchus oleraceus     Kardabera
Una vez más, las apariencias engañan y una maleza es algo más que una verdura

Cerraja     Sonchus oleraceus     Kardabera

lunes, 19 de febrero de 2024

SENECIO VULGARIS

Yerba cana           Zorna-belarra       Senecio vulgaris 

Una simpática y prolífica maleza florida y perseguida todo el año

 
Yerba cana           Zorna-belarra       Senecio vulgaris 
    Un nuevo ciclo vital se ha puesto en marcha anunciando una primavera temprana: la marmota Punxsutawney Phil de Pensilvania ya ha abandonado su madriguera, cientos de azafranes blancos de nuestra sarda están abiertos desde primeros de mes y hasta los agricultores se hacen notar por las carreteras de toda Europa. Así que no me queda otra que dejar de invernar y ocuparme ahora de la yerba cana (zorna-belarra, en euskera), no afectada por estos ciclos, florecida todos los meses del año y concernida, ¡quién lo iba a decir!, por las protestas agrícolas.

Yerba cana           Zorna-belarra       Senecio vulgaris
    La yerba cana, originaria del este de Europa, tiene el bendito honor de figurar en el catálogo de malas hierbas en más de medio mundo. Y si bien, decir que pertenece a la flora arvense (de campo) es más sutil, no es menos denigratorio que llamarla maleza. Sí, de campo o más que las amapolas. La veo por los terraplenes del pueblo o junto a las paredes,  por las huertas, los sembrados, las viñas, y más por cualquier punto que reciba una regular rociada de abono. A la yerba cana todo le viene bien.

Yerba cana           Zorna-belarra       Senecio vulgaris
    Así es como en cualquier época del año desarrolla sus capítulos florales de los que despuntan sus numerosas florecillas amarillas. De ellas saldrán semillas (cipselas) con vilano blanquecino, asomando por entre lígulas verdosas. Hay quien vio en los vilanos las barbas canas de algún geniecillo anciano y recordando la senectud, le puso en nombre de senecio. ¡Vamos!, cosas de los etimólogos. Linneo se limitó a recoger la palabra aplicada antes por Tournefort, sin mencionar tan curiosa coincidencia.

Yerba cana           Zorna-belarra       Senecio vulgaris
    Esas semillas pueden ser muy numerosas: más de mil setecientas por planta y muchas más según otras investigaciones. Si se tiene en cuenta que la germinación es rápida y son tantas semillas, ni qué decir tiene que los agricultores echen mano, no solo de la azada, sino de herbicidas contundentes. Y aquí está unas de las causas del conflicto entre labradores y administración europea agrícola, que trata de limitar y orientar sobre los herbicidas adecuados para el adecuado mantenimiento del suelo. 

Yerba cana           Zorna-belarra       Senecio vulgaris
    Es que hoy día no basta con mirar al cielo, tener en cuenta las fases de la luna y poder conducir un tractor climatizado para ser agricultor, además de botánica y rotación de cultivos, hay que tener al día el Cuaderno de Explotaciones Agrarias y saber leer química para conocer qué productos están permitidos y cuáles retirados de listas interminables. No me extraña lo más mínimo que estén hasta el gorro y lo pague, entre otros, la yerba cana.

Yerba cana           Zorna-belarra       Senecio vulgaris
    Esta planta, como tantas otras “yerbas”, tuvo sus aplicaciones curativas. Pero los efectos secundarios que su consumo produce en el hígado lo desaconsejan su empleo en la actualidad. Esto no debe de afectar a las orugas de la mariposa nocturna Ochropleura plecta, que se alimenta de ella. Pero no es la única mariposa, la polilla diurna Tyria jacobaeae hace otro tanto y se ha introducido en ciertos países, junto con el hongo de la roya, como una forma de control biológico, lo que suele resultar cuestionable. Es aquello de que tenía un problema, recurrí a un abogado y ahora tengo dos problemas.

Yerba cana           Zorna-belarra       Senecio vulgaris
Una yerba pillada entre la agricultura productiva a corto y la sostenible a largo

Yerba cana           Zorna-belarra       Senecio vulgaris

martes, 26 de diciembre de 2023

HOLCUS LANATUS

Holcus lanatus      Heno blanco

Una hierba intrigante para estimular la curiosidad mientras cambiamos de año

Holcus lanatus      Heno blanco

    “Nos tragamos el año. Nos comemos la primavera y el verano y el otoño. Estamos esperando a que crezca algo para luego comérnoslo” dice Merricat. Y sí, nos hemos comido un año y estamos a la espera de su término para pasar al siguiente comiendo uvas. 
    -¿Que quién es Merricat? -Merricat sería sólo una atrevida muchacha de campo, si no fuera tan aficionada a los venenos como para ser una devota de la Amanita phalloides, la oronja mortal… y a mezclar en la ensalada Holcus lanatus, llamado heno blanco, muy rico en ácido cianhídrico”, según nos la presentó Shirley Jackson en "Siempre hemos vivido en el castillo", su último relato de suspense irreal.

Holcus lanatus      Heno blanco
    Que quede claro que no se me habría ocurrido adornar las ensaladas veraniegas con granos de heno blanco: no me salgo de lo habitual al preparar ensaladas y no conocía que el heno blanco fuera venenoso. Tampoco es que me hubiera fijado especialmente en esta gramínea, otra más de las muchas silvestre que se ven por los ribazos. Fue el intrigante relato de Jackson el que hizo que dirigiera mi curiosidad hacia ella y conociera algunos de los numerosos estudios publicados sobre sus cualidades biológicas y valores ambientalistas.

Holcus lanatus      Heno blanco
    He dicho ribazos, pero el heno blanco prefiere sitios que tengan una cierta humedad en la época cálida y los ribazos de por aquí no lo son precisamente en verano. Las inmediaciones de la depuradora y un pequeño humedal de Yesa son lugares en los que la he visto florida en junio.
 
Holcus lanatus      Heno blanco
    Aunque es una planta originaria de los frescos pastos europeos, ha tenido una amplia difusión por todo el globo terráqueo templado. Parece, además, que esta difusión no tiene demasiados años, que ha sido promovida para favorecer la ganadería extensiva sudamericana o australiana y ¡qué caramba! con el cambio climático aparece hasta en Alaska.

Holcus lanatus      Heno blanco
    En contraste con esta acogida favorable, hay otras zonas donde la consideran una maleza dañina para el mantenimiento de la flora regional y suponen que es nociva para el ganado. ¿Será cierto que el cianhídrico tampoco les sienta bien a las vacas? Si el heno blanco les resulta, digamos, algo indigesto, es por no disponer del modesto aparato digestivo de la mariposa de los muros (Pararge aegeria), que en modo alguno le hace ascos.

Holcus lanatus      Heno blanco
    Si el cianhídrico no fuera suficiente, le podemos añadir arsénico y otros metales pesados a la lista de elementos venenosos que pueden recoger las raíces de este inocente heno blanco. Estos metales insanos pasan en mínimas cantidades a la parte aérea de la planta, debido a la actividad inhibidora de las fitoquelatinas. Con tan eficaces protectoras, las Holcus son empleadas en la descontaminación de terrenos echados a perder, sin necesidad de dotarlas de mascarillas.
     
Holcus lanatus      Heno blanco       Semilla
    Algo de esto debió intuir el naturalista romano Plinio el Viejo cuando recomendaba colocar emplastos de estas plantas en la cabeza o junto al brazo para extraer de ellos ¡aristas! ¿Serían espinas? Así lo dejó escrito para la posteridad en su magna obra “Historia natural” (lib. XXVII, cap. X), según traducción de Geronimo de Huerta, Medico de su Magestad y Familiar del Santo Oficio de la Inquisición. Plinio indicaba que la razón de esta virtud está en el mismo nombre, Holcus, de origen griego, que significa extraer. Quizá, la espina ganchuda que tienen las envolturas erizadas de las semillas le diera la idea de aplicarle ese nombre. ¡La Inquisición dixit!

Holcus lanatus      Heno blanco
Pasamos de año y he pasado del arte literario de envenenar, 
a terminar saneando el medio ambiente con la venia inquisitorial

Holcus lanatus      Heno blanco

lunes, 20 de noviembre de 2023

LACTUCA VIMINEA

Lactuca viminea      Lechuga mimbrera           
Una lechuga, alejada de la imagen de la planta para ensaldas
           
Lactuca viminea      Lechuga mimbrera
    Estos últimos días he tenido en las manos el Diccionario del asombro que acaba de publicar Antonio Martínez Ron. Después de exclamar asombrados “oh” o “eureka”, los científicos tuvieron que inventar palabras para denominar sus descubrimientos y es el listado de esas palabras las que componen este diccionario. 
También el asombro, o sombra sorprendente, te alcanza en otoño cuando adviertes las admirables tonalidades que ves por las orillas del Irati y los bosques de la sierra. 
No serán precisas palabras nuevas de asombro, pero ¡qué menos que detenerte a tomar unas fotos con el móvil!

Por la sierra
    Y no me hace falta esperar al otoño, porque en cualquier época del año puedo admirar la multitud de colores y formas de las flores silvestre del pueblo. Un ejemplo son estas matas veraniegas de Lactuca (lechugas), que, por su apariencia, en nada recuerdan a las cultivadas para ensaladas. Perdón, “en nada” es mucho decir, puesto que las flores son similares. Los horticultores, personas prácticas donde las haya, no esperan a que “se suban” y florezcan para venderlas; así que no podermos comprobar su similitud.

Lactuca viminea      Lechuga mimbrera
    Me encuentro estas matas entre los arbustos del borde del camino de La Olivona o en los cascajares del Barranco de La Padul o del Aragón. El aspecto de matorral se debe a que las ramas son largas e intrincadas, como mimbres (viminea), con hojas estrechas, que se prolongan sobre los tallos y que con los calores del estío se reducen a la mínima expresión. Esta manera de reducción de las hojas puede ser similar a la de los árboles de hoja caduca, preparándose para un segundo año de lucimiento. Mientras el sol aprieta, ¿para qué poner las hojas a sudar la gota gorda?
    
Lactuca viminea      Lechuga mimbrera
    Quizá, esta manera de defenderse es porque viniera del lejano Himalaya a catorce mil pies, el Punjab indio o Afganistán, pues la presencia de esta Lactuca por esas regiones en 1876 la registraba C.B. Clarke, Prefecto del jardín botánico de Calcuta. Cierto es que, en describir la Lactuca virosa, se le habían adelantado bastantes años los hermanos Presl, quienes la incluyeron en su tratado sobre Flora Čechica en 1819. Entiendo que trata de la flora de lo que actualmente es la República Checa; pero como Bohemia en lengua checa es Čechy, lo dejo en que esta especie se extiende por el Mediterráneo, Centro Europa y parte de Asia, sin entrar en líos lingüísticos.
    
Lactuca viminea      Lechuga mimbrera
    Bien se puede suponer que, con este trajín por territorios tan dispares, esta especie de lechuga haya tenido que recurrir para sobrevivir, no solo a la reducción de sus necesidades de humedad, sino, tanto a la autopolinización como a la xenogamia, polinización que realizan insectos. Y aquí me encuentro el tema de cómo perciben los colores los insectos y cómo han escogido las plantas los colores de sus flores para resultarles más atrayentes. 
Si el tema de los colores se las trae, el de los insectos… mejor, no meneallo.
   
Lactuca viminea      Lechuga mimbrera
    Y mientras escribo esto, no puedo dejar de recordar a mi amigo Ángel. Hemos hecho, con el grupo de excursionistas de la Sociedad de Ciencias Naturales Gorosti, incontables de salidas por Navarra. Hemos disfrutando juntos de los paisajes, de las flores y de tu compañía amistosa. Eras, Ángel, sosiego para el grupo con tu palabra amable y tu mirada afectuosa.

Lactuca viminea      Lechuga mimbrera
Ángel, en persona, la imagen ideal de bonhomía 
   
Lactuca viminea      Lechuga mimbrera