El sol en las flores de las aliagas y el color en el paisaje
Genista hispanica |
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Subía con cuidado el martes por el empinado Paco de la Padul, evitando pisar los canales de agua que corren entre la hierba. En un punto del sendero, las aliagas me salieron al paso, así que me paré a examinarlas y de paso... a tomar aliento. Estas aliagas (otabera en euskera), como sus hermanas las ollagas, son de mírame y no me toques, pero en plan amable: pelosas, flexibles y menos lacerantes... de momento.
La aliaga es una planta leguminosa de hábitat hispano. Y, aunque aún ahora es frecuente, debió de ser más abundante cuando las ardillas cruzaban la península saltando de árbol en árbol y era algo más húmeda. Al menos por aquí florece en zonas herbosas, como lo es este paco inclinado hacia el norte y húmedo hasta en verano.
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La jardinería decorativa coloca aliagas entre las rocallas en zonas
luminosas. Este uso decorativo es antiguo si tenemos en cuenta que, según el
botánico Joseph Quer,
ya en el S.XVIII se plantaba en los Jardines Reales y del Buen Retiro. Pero, dado que para gustos
los colores, hay algún paisajista que en repoblaciones prefiere los pardos a
los amarillos; aunque espera que se mantenga "la rica composición de especies y cromatismos".
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Esta especie, amiga del sol, tiene al fuego por enemigo, pero... ¡bah! Parece que, tras los incendios, es una de las plantas que antes se regenera, bien sea a partir de la raíz que no ha sido afectada, o bien, si el fuego ha sido intenso, a través de las semillas. Así, los paisajistas que cuidan del entorno de los monumentos prerrománicos del Naranco en Asturias no han necesitado un gran esfuerzo para mantener vistoso este espléndido paisaje, tras el incendio de hace unos años.
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Aunque en el texto de J. Quer, se enumeran los usos medicinales populares conocidos en el momento, no es hoy día una planta que aparezca en los catálogos de la medicina alternativa. Sólo hay alguna referencia al empleo mágico de la aliaga en el Alto Aragón. Los tallos espinosos servirían para encender el hogar y estas llamas quizá ahuyentaran a los diablos.
Ramilletes de papillones, mariposas amarillas,
para amenizar los paseos por los pacos y alcores.